Huesca

SANIDAD

Salvador Illa: "Se hizo lo que se debía hacer con escrupulosidad jurídica"

El exministro de Sanidad asegura que se tomaron las decisiones adecuadas con la información que había y defiende la gestión del Gobierno ante la covid

El exministro Salvador Illa, durante la entrevista previa a la presentación de su libro.
El exministro Salvador Illa, durante la entrevista previa a la presentación de su libro.
Pablo Segura

Salvador Illa, ministro de Sanidad durante el primer año de covid, ha presentado este miércoles en Huesca (DPH, ante 200 personas) y Barbastro su libro “El año de la pandemia. Del estado de alarma al inicio de la vacunación”, un “homenaje” a los españoles por su comportamiento y a los sanitarios, y con el que pretende reivindicar la política. En una entrevista previa al acto, Illa hace un balance positivo de la respuesta al coronavirus, asegurando que se tomaron las decisiones con la información que había y con criterios científicos.

¿Qué cuenta nuevo sobre la pandemia en el libro?El libro tiene un doble propósito. Es un homenaje a los españoles, a los ciudadanos españoles por su comportamiento cívico y responsable durante la pandemia. Naturalmente, también lo es a todo el conjunto del sector sanitario, industrial… pero es un homenaje a los españoles. En segundo lugar pretende ser una reivindicación de la política, entendida como un servicio público, con instituciones fuertes y bien dotadas, que en ese momento también se pusieron a prueba y el balance que hago yo es que se actuó con decencia. (El libro) tiene estos dos dobles objetivos. También hago un relato de cómo yo viví ese año, ese año y una semana que estuve en el Ministerio de Sanidad.

¿Y cómo lo vivió?Con mucha intensidad, con una sensación de que los acontecimientos te llevaban. Lo más difícil quizá fue tener que tomar decisiones en un entorno de mucha incerteza. Conté siempre con el apoyo del presidente del Gobierno y creo que hubo cuatro criterios que desde el principio nos fijamos como cuatro principios principios de actuación que mantuvimos inalterables y que creo que nos ayudaron a tener un norte.

El primero fue la ciencia, estar al lado de la ciencia y la técnica, y de lo que nos decían los expertos. Parece muy obvio pero hay que recordar que hubo países que optaron por enfoques distintos. El segundo fue el contar con las comunidades autónomas y respetar el ámbito competencial de las comunidades. Hay que tener presente que la sanidad en España está muy descentralizada en las comunidades, eso es muy importante. Tercero: tener muy presentes las recomendaciones de los organismos multilaterales, en concreto el Centro Europeo para la Prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC) y la OMS (Organización Mundial de la Salud), porque era una pandemia. El cuarto principio fue el de contarle a la ciudadanía lo que estaba ocurriendo, lo que sabíamos y lo que no. Porque cuando exiges sacrificios importantes a la ciudadanía española, creo que la ciudadanía tiene derecho a saber por qué pides esos sacrificios. Actitud de transparencia, con ruedas de prensa diarias para explicar por qué hemos tomado las decisiones. Fueron los cuatro principios que orientaron la acción del Gobierno de España.

¿Y en lo personal?Curiosamente, la redacción del libro me ha hecho dar cuenta de que había aspectos emocionales que no había podido procesar durante la pandemia y durante la redacción del libro he podido procesar. Creo que debido a la intensidad del momento y al ritmo trepidante que se llevó, que no daba tiempo muchas veces para parar y procesar emocionalmente lo que estaba ocurriendo. Lo más doloroso para mí, y lo digo con la conciencia plena de que para todos hubo momentos muy difíciles, fue la separación de mi familia, fue lo que viví con más dolor. Hubo momentos que recuerdo especialmente duros: cuando hubo que prohibir la celebración de funerales limitando mucho la asistencia de familiares y amigos (3 máximo en la primera ola); los fallecidos, los días que había más de 900 fallecidos. Son momentos que uno no olvida, son momentos duros. Hubo momentos complicados. También hubo momentos de alegría. El 27 de diciembre (de 2020) con la vacunación de Araceli y el inicio de la campaña de vacunación fue uno de esos momentos. Fue un periodo muy, muy intenso.

Llegamos al primer estado de alarma con médicos que ya las semanas anteriores pedían que se analizaran neumonías atípicas; llegamos tarde a las mascarillas, siendo el país europeo con mayor porcentaje de médicos contagiados; teníamos Italia al lado y prácticamente en días pasamos de un mensaje de cierta tranquilidad al cierre. ¿No se actuó tarde?Con los datos que disponemos hoy, obviamente sí. Si se hubiera actuado antes hubiera sido mejor. Esa semana clave, del 9 al 15 de marzo, la recuerdo bien porque empieza el lunes (día 9) con dos reuniones productos de dos mensajes que recibí la noche anterior: uno de la consejera de sanidad del País Vaso y otro, del consejero de Madrid. Los dos me dicen que tendrán que tomar medidas no farmacológicas, de distanciamiento social. Les emplazo a que nos reunamos el lunes, con Madrid presencialmente y con el País Vasco telemáticamente, y me cuentan que tienen un desborde de casos, que no pueden hacer la trazabilidad y proponen medias de cierre de algunos centros educativos y la prohibición de eventos con más de mil personas.

​Empieza así esa semana en la que hacemos tres consejos de ministros: el ordinario del martes y dos extraordinarios, el jueves y el sábado, en el que se declara el estado de alarma. El martes 11, la OMS declara la pandemia. El jueves 12, el ECDC dicta recomendaciones con medidas de distanciamiento social. Ese jueves España ya cumple esas medidas en el Consejo de Ministros. Ojo, son medidas que en ese momento tienen que adoptar las comunidades pero nos coordinamos y todas las adoptan. Pero ya vemos que hay que ir un paso más allá, y el sábado hacemos un Consejo de Ministros, que dura 7 horas, y declara el estado de alarma, que es comunicado el viernes por el presidente del Gobierno a Su Majestad el Rey y a los presidentes de los grupos parlamentarios, en concreto al PP, y el sábado hacemos el Consejo de Ministros.

​España aprobó el primer estado de alarma después, pero solamente tres días después de que la OMS decretara la pandemia y 2 días después de que el ECDC dictara medidas de distanciamiento social. Haberlo hecho antes... tienes que estar muy cargado de razones. Creo que hubiera comportado un riesgo. Se actuó con celeridad y se adoptaron las medidas cuando hubo que adoptarlas de acuerdo con la información que disponíamos.

¿Hubo presiones económicas o políticas para suavizar las medidas?Actuamos siempre de acuerdo a criterios técnicos de los expertos. Hubo gente que pedía y que llamaba pero las decisiones las adoptamos únicamente en base a criterios científicos y técnicos. La metodología de trabajo era muy exigente: se acordó un plan de desescalada con cuatro fases progresivas, con una permanencia de cada fase del periodo de incubación, de 15 días. Las comunidades eran las que tenían que pedir el progreso de fase. Cada semana había reunión al máximo nivel entre el consejero de Sanidad y yo mismo con cada comunidad y allí se tomaba una decisión. Era un proceso muy participado. La decisión final la adoptaba el Ministerio, la adoptaba yo como autoridad delegada competente, y siempre con criterios absolutamente técnicos y científicos. Hubo algunos momentos de discusión con alguien, pero no tomabas una decisión que no estuviera claramente justificada por criterios técnicos y científicos, que eran los únicos que nos guiaban.

A partir de la segunda ola, ¿no asociar cada nivel de alerta a medidas concretas no fue un error?En la primera desescalada cada fase tenía medidas aparejadas. La segunda desescalada se flexibilizó todavía más y se tasaron unas medidas que se podían adoptar. Se nombró autoridades delegadas competentes a los presidentes de cada comunidad. Era cada presidente de cada comunidad que, en función de su situación epidemiológica, el que podía adoptar medidas parciales o para la totalidad de su territorio en base a lo que estaba habilitado a hacer, o levantarlas (las restricciones). Se permitía restringir la movilidad en una franja horaria en su comunidad, limitar las reuniones a determinado número de personas…, que cada presidente de comunidad, en su condición de autoridad delegada competente, podía decretar en un mecanismo muy flexible que yo creo que funcionó.

Con la experiencia actual, ¿España está preparada para otras pandemias o cada una es distinta?Nunca se está totalmente preparado porque siempre hay un elemento de incertidumbre. Creo que España reaccionó con decencia a la situación. Nuestro país, y en general Europa, demostró fortaleza porque tenemos una sanidad pública universal, porque tenemos profesionales muy bien dotados y unas instituciones, con un recorrido de mejora que siempre hay, pero que reaccionaron con decencia y creo que supimos estar a la altura. Solo hace falta ver cómo les ha ido a otros en esta pandemia. Creo que hemos tomado nota y aprendido como país algunas lecciones, por ejemplo, que hay que tener stocks estratégicos de algunos materiales y creo que estamos en mejores condiciones de afrontar una pandemia que antes, pero siempre habrá un elemento de incerteza y de novedad.

Usted dejó el Ministerio hace 2 años, pero cuando ve a tantos médicos en tantas comunidades que van a la huelga o amenazan con ella porque están saturadas, y que los pacientes tienen listas de espera muy largas y siguen teniendo difícil acceder al médico, ¿qué sensación le queda?, ¿hemos aprendido algo?Siento una vinculación muy especial con el sector sanitario, en especial con los profesionales sanitarios que tanto hicieron para superar la pandemia. Creo que hay que escucharles y creo que la mayor parte de sus planteamientos debe ser atendido. Me duele mucho ver cómo ciertos dirigentes políticos tienen palabras casi de desprecio hacia ellos o de menoscabo. Hay que escucharles y estar muy atento a lo que dicen. Me parece que después de una pandemia, que ha sometido a tanto estrés al sector, hay que darse un tiempo para normalizar la situación, pero además en este caso concurren necesidades de apoyar a estos profesionales con más recursos para poder dar respuesta o estar a la altura de lo que ellos necesitan para hacer bien su trabajo.

Los españoles estábamos en casa mientras veíamos las dificultades para prorrogar el estado de alarma, ¿echó en falta más apoyo en esa situación?Creo que hay momentos en la vida de un país especialmente críticos. Este fue uno de ellos, en los que haríamos bien en estar a la altura y en pensar en el bien común. Lo digo sin ningún tipo de amargura. Tuvimos que ir seis ocasiones a prorrogar el primer estado de alarma. Al principio hubo respaldo pero luego costó mucho. Y a algunos partidos que han gobernado, que estaban gobernando en aquel momento comunidades, la historia no les dejará en muy buen lugar. Era obvio que había que aprobar el estado de alarma. El Gobierno de España fue escrupuloso en adoptar quincenas, aunque había otras opciones, para ir a dar cuenta al Parlamento y recabar su apoyo para 15 días porque se limitaban derechos fundamentales y hay que ser muy escrupuloso con esto, pero siento que algunas formaciones políticas podrían haber estado de una forma mucho más contundente. El segundo estado de alarma (inicios de octubre de 2020), para Madrid, ya fue potestad del Gobierno y no se prorrogó. El tercero (finales de octubre de ese año) fue para todo el territorio español, designando a los presidentes autonómicos autoridad delegada. Se hizo para seis meses y no hubo que ir a renovarlo. Los tres fueron absolutamente necesarios y fueron un instrumento clave para poder derrotar al virus.

¿Cómo puede ser que, como dice, siendo absolutamente necesarios para vencer a la covid, luego los tribunales los anularan?Desde el máximo respeto a las sentencias de los tribunales, esta sentencia deja que para una situación similar habría que adoptar el estado de excepción, mucho más duro. A mí me parece que se hizo con escrupulosidad jurídica lo que había que hacer. Me parece que se hizo correctamente, en el momento en que lo hicimos teníamos la conciencia de que hacíamos lo correcto, pero habrá que tomar en consideración lo que ha dicho la justicia si es que esto no es revertido por alguna otra instancia judicial.

Con España a la cabeza de la vacunación, ¿qué les diría a los antivacunas?Que la evidencia es muy aplastante desde el respeto a lo que cada uno puede pensar. Creo que en España acertamos no obligando a nadie, pero creo que el país dio una muestra de gran madurez al poner su confianza en la ciencia y en los avances que la ciencia nos proporcionó en forma de vacuna. La evidencia es aplastante. Situaciones que yo he vivido, creo que muchos, de conocer personas muy contrarias a la vacunación, contrajeron la enfermedad y luego han recapacitado y han visto lo necesario que era tomar las medidas que se tomaron y desde luego prevenirla con las pautas pertinentes de vacunación.

¿Hoy estaríamos igual sin vacuna?Estaríamos mucho peor. Solo hay que ver a Oriente, con países que han adoptado medidas muy estrictas de distanciamiento social y que, por tener un proceso de vacunación no comparable a nuestro país, están sufriendo una oleada importante.

¿Qué no olvidará de la pandemia?Hay muchas cosas que tengo presente, siendo un referente muy importante el equipo que tuve en el Ministerio, muy en particular con Fernando Simón. Me sentí muy acompañado por su personalidad, educación, capacidades comunicativas… No lo olvidaré jamás. Tampoco los momentos duros que pasamos, tampoco el mejor momento en el Ministerio, que fue la vacunación, el pinchazo que es la vía de salida de la pandemia.

España, al menos en la primera ola, fue uno de los países del mundo con mayor exceso de mortalidad. ¿Se puede hacer un buen balance con ese dato?Habrá que analizar todo esto con calma, con un espíritu constructivo. La primera parte de la pandemia tenía que ver mucho con la movilidad y España es un hub de movilidad. Eso hizo que nuestro país al principio sufriera una oleada importante, otros países la sufrieron después. El análisis hay que hacerlo global. España es un país muy abierto, con mucha movilidad, con mucha gente que nos visita, incluso con una movilidad interna importante. Sin embargo, en oleadas posteriores tuvimos un comportamiento ya mucho mejor y otros países que habían tenido una primera ola más benigna, la tuvieron más dura. Soy partidario de que se analicen las cosas de forma global y sobre todo con espíritu constructivo, mirando qué podemos mejorar a futuro. No me parecen tan interesantes los enfoques que pretenden señalar culpables, sin que yo pretenda eludir responsabilidades, todo lo contrario.

¿Hemos salido mejores, iguales o peores de la pandemia?Hemos salido mejores en varios aspectos. En primer lugar, nuestro sistema sanitario ha superado esta prueba de estrés y hemos vuelto a valorar la suerte que tenemos, la inmensa suerte de tener un sistema de salud público, universal y gratuito. Nuestro sistema industria, empresarial, no hablo solamente de la parte más vinculada al sanitario, sino en general, reaccionó bien. La ciudadanía se comportó de una forma impecable en su mayor parte. Nuestras instituciones funcionaron correctamente. Tenemos un Estado de estructura compuesta. Se aplicó el principio de cogobernanza y creo que esto funcionó correctamente. Hemos aprendido algunas cosas: tenemos stock de material estratégico… Hay un aprendizaje del trabajo conjunto muy importante.

​Voy a hablar de aprendizajes, digamos, más filosóficos. Creo que esto ha sido una prueba de humildad. Las sociedades occidentales hemos sido últimamente muy arrogantes: “esto a mí no me pasa”, “Esto es Europa y aquí no va a pasar”, “Lo vamos a resolver porque tenemos recursos y ciencia”... Y hemos visto que un virus nos ha puesto de rodillas, igual que al resto del mundo. Ha puesto en valor la dimensión comunitaria de la existencia humana en una sociedad, la occidental, muy individual, de “Esto me lo soluciono yo, tengo dinero y sanidad privada”. Pero aquí no se trata de esto, se trata de una pandemia y salimos todos o no salimos nadie. Si los que tienen una situación económica más precaria no son curados, no salimos nadie. Y creo que también se ha puesto de manifiesto que las instituciones democráticas, bien servidas, son imprescindibles, muy necesarias para resolver situaciones de este tipo. Y creo que, igual que se ha adaptado el trabajo a la pandemia, con el teletrabajo, y la forma de relacionarnos, también la política debe adaptarse a estos tiempos tras una pandemia e ir a un a política útil, constructiva, respetuosa, creíble y útil. Creo que eso también, el buscar acuerdos, es un aprendizaje que al menos a algunos nos ha interpelado.