Huesca

sentencia

Condenado un hombre a 18 años por violar a hija menor y maltratar a su mujer

El tribunal condena a la pena máxima prevista en el Código Penal para el delito de agresión sexual agravado con penetración sobre una menor

El procesado se enfrenta a 19 años de prisión, como presunto responsable de agredir sexualmente de forma continuada a una hija menor de edad y de maltratar reiteradamente a su esposa, tanto de forma verbal como física.
El condenado a 18 años por agredir sexualmente de forma continuada a una hija menor de edad y de maltratar reiteradamente a su esposa, durante el juicio en la Audiencia de Huesca.
Verónica Lacasa

La Audiencia de Huesca ha condenado a penas que suman 18 años y 6 meses de prisión a un hombre por violar hasta en ocho ocasiones a su hija menor de edad con violencia e intimidación y prevaliéndose de su situación de superioridad como padre, así como por el maltrato habitual sufrido durante años por su exesposa y madre de la niña y las amenazas de muerte vertidas contra ésta si revelaba los hechos.

El tribunal condena a la pena máxima prevista en el Código Penal tras la reforma hecha a la luz de la ley del "sólo sí es sí" para el delito de agresión sexual agravado con penetración sobre una menor de 16 años, y le impone una medida de alejamiento de la niña durante 16 años, libertad vigilada durante 10 años tras el cumplimiento de la condena y pérdida de la patria potestad sobre su hija.

Además, le condena a 2 años y 6 meses más de cárcel por el delito de maltrato habitual sobre la madre y de 1 año por otro continuado de amenazas a la menor.

La Audiencia de Huesca considera probado que el procesado, Julián L.C., de 70 años, agredió y vejó con insultos a su exmujer de forma continua, tanto en el periodo en el que vivieron en Camuñas (Toledo) como posteriormente en Huesca.

Relatan los magistrados que el acusado violó por primera vez a su hija en noviembre de 2018, cuando sólo tenía 11 años, y que estas agresiones se repitieron hasta en ocho ocasiones hasta julio del año siguiente, dejándole como secuelas un estrés postraumático severo que limita su desarrollo personal y su capacidad de relacionarse desde entonces.

El tribunal se apoya en la persistencia y coherencia de los relatos hechos tanto por la exmujer en relación a los malos tratos sufridos, como por la menor para relatar las agresiones sufridas y las amenazas de muerte recibidas por parte de su padre a fin de que no contase nada de lo ocurrido.

Se centra la sentencia en la ausencia de contradicciones relevantes en el testimonio de la menor y en la no existencia de elementos acreditativos de que quisiera vengarse de su padre, e incide al tiempo en la presencia de "hechos externos" que corroboran su versión como la rotura de himen que presentaba la menor en el momento de ser explorada por profesionales médicos.

Admite el tribunal que la rotura de himen puede producirse por un fuerte golpe, pero recuerda a renglón seguido que los peritos que comparecieron durante la vista consideraron esta posibilidad como algo "excepcional".

Y destaca que las forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA) que evaluaron a la niña concluyeron que la exploración realizada a la menor, que denunció los hechos más de un año después de su supuesta comisión, permitió identificar rasgos de un trastorno postraumático por una presunta agresión sexual como dependencia del acusado, tendencia a justificar la agresión, aislamiento, ansiedad o pasividad.

"En cualquier caso, el informe psicológico sobre la verosimilitud de la declaración de la menor no es más que un elemento de apoyo", argumentan los magistrados, para quienes "la prueba es su declaración, y este informe es sólo uno de los elementos objetivos externos que la apoyan".

Rechaza la sentencia el informe elaborado a petición de la defensa por un psicólogo forense que cuestionaba el contenido de la evaluación hecha por las especialistas del IMLA y concluía que la menor pudo fabular las presuntas agresiones sexuales en un contexto familiar de malos tratos a la madre por parte del acusado en el que la niña había asumido el rol de proteger a su progenitora frente al padre.