Huesca

Félix de Azara

Un humanista altoaragonés que puso los cimientos de gigantes

El altoaragonés y sus descubrimientos en Sudamérica fueron uno de los pilares de Charles Darwin y su trascendental “El origen de las especies”

Félix de Azara
Félix de Azara
S.E.

Un ilustrado y adelantado a su época. Esta es la definición más habitual de Félix de Azara, el naturalista, ingeniero, militar, explorador, cartógrafo, antropólogo y humanista nacido hace casi tres siglos en la pequeña localidad de Barbuñales.

Desde ese lugar de la comarca del Somontano, y en un inicio para cartografiar y delimitar las fronteras de España y Portugal en sus todavía posesiones sudamericanas, Azara recaló en un continente en el que viviría durante décadas y en el cual hizo decenas de descubrimientos de nuevas especies animales y vegetales para la ciencia.

Casi trescientos años después de su muerte, su figura y legado son cada vez más reivindicados, escapándose del relativo desconocimiento que sufrió durante mucho tiempo el que es considerado por muchos como “el Charles Darwin de España” por sus descubrimientos y contribuciones, realizados años antes de que el naturalista británico -que se consideraba sucesor de Félix de Azara- publicara “El origen de las especies”, libro que estableció y consagró la idea de la evolución biológica a través de la selección natural.

Fue un salto de varios siglos, un cambio de paradigma tal que después nada volvió a ser igual. Y en las raíces de la teoría desarrollada por Charles Darwin se encuentra el trabajo de Félix de Azara.

Empezando por el principio, Félix de Azara nació en 1742 en Barbuñales, en el seno de una ilustre familia ya que su padre, Alejandro de Azara y Loscertales, fue señor de Lizana, mientras que sus hermanos ocuparon puestos relevantes en la España del siglo XVIII. Nuestro protagonista estudió en un inicio en la casa paterna y luego ingresó en la Universidad de Huesca, interesándose sobre todo por los estudios literarios, un pequeño anticipo de su carácter humanista. Así, el ilustrado que luego sería se forjó en el amor al conocimiento en las conversaciones con los amigos y en la lectura.

Contando con 19 años, se decantó por la carrera militar, una decisión que sería crucial para su futuro como científico porque en aquel entonces las matemáticas y la ciencia moderna solo se cursaban en centros militares, en las Academias o en el conocido como “Seminario de nobles”.

Su trabajo como militar le hizo viajar por toda España y, más importante aún, por Sudamérica. Plenamente imbuido por la Ilustración de la época y también por su preocupación por el retraso en el que vivían los españoles, Azara creó la Real Sociedad Aragonesa de Amigos del País.

Fue en 1781 cuando sería enviado a Sudamérica como topógrafo dentro de una comisión mixta hispano-lusa para mediar en posibles conflictos a la hora de establecer las fronteras entre las colonias de ambos imperios peninsulares.

Paraguay fue su primer destino y como la misión topográfica se demoraba, Félix de Azara empezaría por su cuenta y por amor a la ciencia y al conocimiento a catalogar numerosísimas especies de animales y vegetales, muchas de ellas descubiertas por primera vez.

Y lo haría sobre el terreno, adentrándose en selvas, páramos y ríos, y con un medios a años luz de los actuales, pero su legado se mantiene en pie en pleno siglo XXI.  

Compromiso con el medio natural

La vida de Félix de Azara es un claro ejemplo de compromiso con el medio natural y también de una profunda pasión hacia el conocimiento y el avance de las ciencias. Nacido en el siglo XVIII, la Ilustración impregnó su carácter, forjándose así un verdadero humanista, como prueban las numerosas áreas en las que se desempeñó: naturalista, militar, ingeniero, explorador, cartógrafo. Pero no se encerró en bibliotecas, sino que fue a buscar y descubrir lo que aún no se conocía, ya fueran nuevas especies o la geografía de parajes apenas pisados por los occidentales hasta entonces, sin olvidarse de recopilar las costumbres, tradiciones y modos de vida de los pueblos que habitaban dichas zonas.

Los conocedores de la vida de Félix de Azara ponen muy en valor cómo logró todo ello. Casi tres siglos nos separan de él e incluso hoy en día viajar a algunos de los lugares en los que estuvo el altoaragonés no es nada cómodo e incluso presenta riesgos. Retrocedamos a su época para tratar de imaginar cómo era avanzar por la selva amazónica a pie o a caballo, sin medicamentos modernos ni comunicaciones.

Y el olvido al que se vio condenado durante tanto tiempo se está revirtiendo por el desempeño de estudiosos actuales y reconocimientos como los Galardones Félix de Azara de la DPH.