Huesca

¿Cómo llegar a los cien años?

Actitud positiva y una genética de suerte, claves para vivir más

Aun se desconocen cuáles son los genes de la longevidad pero la población centenaria se triplica con respecto a hace 20 años

Los genes son fundamentales para la longevidad, pero también los hábitos saludables.
Los genes son fundamentales para la longevidad, pero también los hábitos saludables.
Tiago Tins

Al término de 2022, según el Instituto Nacional de Estadística, en la provincia de Huesca había 150 personas con 100 años o más; una cifra que triplica a la población centenaria que vivía en la provincia hace tan sólo veinte años.

Los datos arrojan la fotografía de una población cada vez más envejecida y que vive más. En las últimas dos décadas, las personas centenarias en España han aumentado un 125,24%, pasando de 8.719 a 19.639, una variación que en el caso de la provincia oscense llega al 257,14 %, pasando de las 42 personas con 100 años o más de 2002 a las 150 de 2022.

Las claves de la longevidad están lejos de ser una fórmula fija y viene determinada por la genética, por los hábitos de vida, pero también por factores ambientales relacionados con los avances y mejoras en salud pública global, con el nivel de desarrollo de las sociedades o incluso con los tipos de trabajo que se desempeñan.

Todavía hoy no se sabe cuáles son los genes que determinan la longevidad, explica Pilar Madero Barrajón, experta en Genética de Zaragoza.

El porqué hay personas que viven cien o más años es un asunto muy estudiado y en la búsqueda de respuestas se ha llegado a identificar cinco lugares en el planeta en los que se ha observado una alta longevidad, muy relacionada con la alimentación y hábitos de vida y relacionales saludables. Estas poblaciones, que han sido denominadas Zonas Azules, son la isla de Icaria, en Grecia; la isla de Okinawa, en Japón; la península de Nicoya, en Costa Rica; el municipio de Villagrande Strisaili, en la isla italiana de Cerdeña, y la localidad de Loma Linda, California.

En opinión de esta experta en Genética, se podría decir que estas poblaciones, además de esos condicionantes ambientales “tienen un genoma de suerte o casi perfecto” y han logrado mantener “esos buenos genes”.

Madero hace alusión a los estudios actuales que se están realizando sobre los genes implicados en una mayor longevidad, aquellos por ejemplo que “tienen que ver con cardiopatías, con enfermedades neurodegenerativas -como el alzhéimer o el párkinson- o los que tiene que ver con el cáncer”, sin olvidar investigaciones en torno al envejecimiento celular y su relación con el desgaste de los telómeros (extremos de los cromosomas implicados en la división celular) y las existentes en torno al papel que puede tener el ADN mitocondrial en una mayor longevidad.

A raíz de estos estudios se está viendo que “no es un gen solo el que da la longevidad, sino que es el conjunto de muchos genes”, lo que hace que la persona que los hereda tenga una genética más “propicia para que tenga menos riesgos” y mediante una asociación entre estos se logra dar una “mejor respuesta a la vida”.

Pero no se puede aspirar a vivir más y mejor sin poner en práctica unos hábitos de vida saludable que acompañen a esa genética y evitar la predisposición que la mayoría de la población tiene en mayor o menor medida a desarrollar alguna enfermedad, pero también contrarrestar la asincronía del envejecimiento, dado que todos los sistemas y órganos no envejecen a la vez ni al mismo ritmo.

El tabaco, la obesidad o el estrés son aspectos a evitar a lo largo de la vida, de joven o de adulto “para poder envejecer de una forma saludable”, explica José Galindo, doctor geriatra en el Hospital Provincial Sagrado Corazón de Jesús en Huesca, quien también hace referencia a una dieta con un menor consumo de grasas y mayor ingesta de frutas y verduras, al ejercicio físico y a las relaciones sociales como piedras angulares de una mayor longevidad.

“El mantener las relaciones sociales y la actitud positiva ante la vida es tremendamente importante”, señala este geriatra, que abunda en la importancia de no tener esa predisposición a padecer cáncer, enfermedades neurodegenerativas o diabetes, pues “si no tenemos una genética de base nos podemos despedir. Y lo vemos en nonagenarios y centenarios cuando se les pregunta y te cuentan que su hermano también tiene 95 o su padre murió con más de 90”.

Pero si hay que buscar fuera del genoma humano un aspecto común al hecho de vivir más ese es la actitud positiva ante la vida. “Personas optimistas que saben valorar los pequeños detalles de la vida, la familia, los amigos, que salen, que mantienen actividades, como cultivar un huerto o un jardín, que mantienen la mente activa, lo que previene la demencia”, siempre y cuando estas personas no presenten alguna invalidez, porque “lógicamente cuando aparece la invalidez es más difícil”.

Para un envejecimiento saludable y satisfactorio, el doctor Galindo recuerda: “Hay que aceptar los años y las limitaciones y adaptarse a ellas, y eso es la base para poder seguir adelante. De joven subirás las escaleras de tres en tres, luego de dos en dos, luego de una en una, y luego en elevador, pero que no se deje de hacer ni de salir”.