Huesca

SEMANA SANTA / HUESCA CIUDAD

Jesús Atado a la Columna sale en procesión después de tres años sin poder hacerlo

Las Jotas de Pasión resonaron durante el recorrido del paso de la Coronación

El paso del Jesús Atado a la Columna a su paso por el Coso Alto.
El paso del Jesús Atado a la Columna a su paso por el Coso Alto.
Verónica Lacasa

Ilusión “tanto en las filas como en la banda” por procesionar acompañando al paso de Jesús atado a la columna, por fin, después de tres años sin poder hacerlo -dos por la pandemia y el año pasado por la lluvia-, y nervios “como si fuera la primera vez”. De esta forma expresaba Nacho Domínguez, prior de la Cofradía de de Nuestro Señor Atado a la Columna, el sentimiento que recorría a los 200 cofrades que esperaban en el Colegio de San Viator el momento de iniciar un recorrido, algo más especial que el de otros años, por celebrarse el 70 aniversario de la hermandad, fundada en 1953, motivo por el cual acudieron tres cofrades desde Zaragoza. 

Una primera vez que sí lo fue para un grupo de niños, como nuevas incorporaciones al grupo de tambores de la banda, que junto a bombos y cinco cornetas escoltaban la peana que, 10 minutos después del inicio, comenzó a recorrer la calle del Parque. Redobles de tambores, la Marcha Real a cargo de las corneta, que se intercalaban con las marchas interpretadas por la Banda de Música de Huesca que cerraba la procesión.

A través de la calle del Parque y la de Capuchinas, alcanzó el Coso Alto. Al paso del estandarte de la Cofradía, diseñado por Vicente Murillo, al inicio de la procesión, se hacía el silencio entre el público asistente, que contrastaba con el eco que llegaba de las bandas. En medio, los estandartes de las cofradías oscenses.

En la calle Duquesa Villahermosa, una modificación introducida en el recorrido en sustitución de la calle Moya, se realizó una parada a la altura del Palacio. Una oración y un toque de las bandas ante fieles que se congregaban en la vía. “Hace muchos años fue la sede del colegio de San Viator y fue ahí donde empezó todo”. Momentos de recogimiento y oración a lo largo de un recorrido que tras atravesar la plaza López Allué, la calle Cuatro Reyes y Goya terminó en la plaza de Santo Domingo. 

Las Jotas de Pasión, cantadas por Toño Julve y otros intérpretes, son uno de los momento más esperados del Martes Santo.
Las Jotas de Pasión, cantadas por Toño Julve y otros intérpretes, son uno de los momento más esperados del Martes Santo.
Veronica Lacasa

Misma devoción se sentía en la plaza de San Lorenzo entre las más de 250 personas que se congregaron para seguir la procesión de la Coronación de Espinas que, tras la lectura del pasaje evangélico que relata el castigo a Jesucristo, partió de la Basílica de San Lorenzo. Una vez salió el paso, Toño Julve cantó la primera de las jotas que acompañaron al paso del Cristo Coronado. 

En la plaza Alfonso el Batallador tuvo lugar la segunda copla, a cargo de Celia Cáliz, siendo uno de los nuevos puntos que la Cofradía ha reubicado para estos homenajes cantados, con la intención de que “se viva un poco más la procesión en sí misma”, explicaba el prior de la hermandad, Nicolás Guerrero, quien se estrena en el cargo “con el mismo sentimiento” pero con ganas “de vivirlo de una manera diferente”. Integrantes de la hermandad procesionaron junto al paso, acompañado de faroles y estandartes, por representantes de otras cofradías, de la parroquia de San Lorenzo, de la Asociación Vecinal del barrio de San Lorenzo y por la banda de la Cofradía del Desprendimiento. 

Una nueva parada para otra jota tuvo lugar en la plaza Concepción Arenal, para alcanzar la plaza Navarra y a través de la calle Berenguer, donde volvían a sonar las coplas cantadas frente al Cristo Coronado, y de la calle San Orencio la procesión se encaminó nuevamente hacia la plaza San Lorenzo, donde hubo parada para un toque de banda. Las jotas, además de por Julve y Cáliz, estuvieron interpretadas por Ainhoa Obón, Fernando Martínez, Antonio Benedí y las hermanas Boli.