Huesca

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Javier Lasaosa: “Tenemos muy buen carácter y nos gusta acoger y muy bien al visitante”

Miembro de la junta de la peña Los 30 es desde el 2020, responsable del local social de Osce Biella,

Javier Lasaosa.
Javier Lasaosa.
Laura Ayerbe

Nacido en Huesca el 14 de julio de 1956, Javier Lasaosa Escario nota desde hace décadas el sentir de la ciudad en primera fila. Primero como miembro de la junta de Los 30 (que luego presidió cuando se reflotó la peña) y luego, desde el 2020, como responsable del local social de Osce Biella, por donde pasan decenas de asociaciones de todo tipo e innumerables vecinos del Casco Viejo. Los oscenses somos “los más acogedores del mundo” y tenemos “muy buen carácter”, combinación que hace que nos volquemos con los visitantes, que tienen en San Lorenzo unas fiestas en las que van a ser uno más.

San Lorenzo es inminente, ¿qué le diría a una persona que está pensando en venir?

—Se lo va a pasar muy bien y va a ser muy bien recibido. Tiene todas las oportunidades del mundo para pasárselo bien, pero tiene que venir predispuesto a disfrutar. Lo que más me gusta de San Lorenzo es la animación en la calle, la buena armonía y que por siete días, la gente se olvida de todo y solo hay fiestas, fiestas y fiestas. Con cualquiera que te encuentras, te vas a divertir. En Huesca somos muy generosos.

Ha estado presidiendo o en la junta de la peña Los 30 en dos épocas, ¿cómo ve a las peñas de entonces y a las actuales?

—Del 74 al 81 fui tesorero, secretario, delegado de deportes cuando había casi 200 deportistas entre todas las modalidades, y las peñas de entonces eran un foco de amistad. Socialmente jugaban un papel que nadie lo podía dar, tampoco el Ayuntamiento, y eran entidades que acumulaban a la gente y daban una gran oferta cuando no había tanta como hoy. Casi todas las cosas importantes que quedan en Huesca, empezaron en las peñas: el baloncesto, el cine, el Peñas Recreativas de fútbol... Había mucha camaradería entre peñas y no rivalidad, y no digo que ahora la haya, pero sí echo en falta más camaradería. Hubiéramos podido tener lo que hubiéramos querido, pero faltó unidad y no se hizo una federación o asociación como en otras ciudades. Luego, el Ayuntamiento popularizó las fiestas. No culpo a (José María) Escriche (concejal de Fiestas). Fuimos las propias peñas las que nos quedamos ancladas en los locales y sin salir a la calle. Ahora, y por primera vez en muchos años en Los 30, tenemos muchos jóvenes de 24 años que creo que, en poco tiempo, pueden coger perfectamente la peña.

También es desde el 2000 el socio de Osce Biella responsable del local social. Ha visto pasar a asociaciones y entidades de todo tipo, ¿cómo nota el pulso de la ciudad?

—Estancado. Seguimos igual. Las asociaciones hacen lo que pueden, pero no hay renovación. No sé si porque tampoco hay gente nueva que quiera o porque alguna junta no les deja entrar. Sea lo que sea, no hay renovación. Nos tenemos que poner al día, la ciudad también. Necesitamos progresar en todos los ámbitos. Somos los mismos ‘huesquetas” que no hemos cambiado. También hay cosas buenas: somos muy buena gente, los más acogedores del mundo. Eso es muy positivo para los de fuera. Tenemos muy buen carácter y nos gusta mucho acoger y muy bien al visitante.

¿Qué zonas de Huesca tienen para usted un significado especial?

—La zona del Pirineo. Todos esos pueblos recónditos están muy bien. La provincia deja encantado a todo el que viene, desde el paisaje hasta el muy buen trato de la gente. Y en Huesca ciudad, tenemos Las Pajaritas, San Pedro o la Catedral, pero otras cosas que podríamos ver están escondidas o tapadas. En lo personal, me gusta mucho la calle Ramiro el Monje, donde estuvo la peña Los 30. Yo empecé allí y estaría muy bien recuperarla, también la calle Goya. Otro rincón es la antigua Alameda (paseo Lucas Mallada). Nací allí y viví hasta los 11 años. Me gusta porque cuando nos vemos con otro vecino, nos saludamos muy afectuosamente aunque hayan pasado 55 años, aún se nota ese orgullo. Nacía justo enfrente de Casa Piedrafita, de las únicas que quedan cuando antes había muchas casas y muchos vecinos. Era como un pequeño pueblo donde todos teníamos muy buena convivencia y vecindad.