Huesca

ECOS/¿qUIÉN SOY?

Laura Laporta, discreta, constante y muy tenaz

Se define como “la cara invisible de El Veintiuno", se considera "un poco culo inquieto" y siempre ha trabajado de cara al público

Laura Laporta en su infancia y la actualidad.
Laura Laporta en su infancia y la actualidad.
S. E.

Cual hormiguita incansable y tenaz, sin hacer ruido y siempre en un discreto segundo plano, Laura Laporta pasa por la vida y va avanzando y subiendo escalones.

Nacida en Huesca hace 37 años, Los Olivos es su barrio. Ahí fue al colegio, y de su parque y zonas de ocio atesora muchos recuerdos. “Me encantaba ir al cole y quedarme en la calle, como se hacía antes, con mis amigas hasta las tantas” -detalla- y agrega que “sigo con las mismas amigas del colegio y haciendo vida en el barrio porque ellas siguen viviendo en la zona, e incluso frecuentamos los mismo sitios, pero ahora vamos con los hijos de ellas”.

Continuó sus estudios en el IES Pirámide e hizo “nuevas amistades y muy buenas” y en esos años de adolescencia pasó gran parte de su tiempo “en el típico local de amigos que mantuvimos durante diez años”, un periodo que define como “muy especial”.

“Comencé muy joven a currar”, añade Laura, que antes de los 19 años estaba trabajando en un papelería y desde entonces siempre ha estado “de cara al público”. Y da detalles sobre su siguiente empleo, “pasé más de cuatro años en una tienda de animales y eso me sirvió para aprender a solucionar problemas y ayudar a la gente”, gran amante de las mascotas dice que “todavía veo por la calle algunos perrillos que vendí yo”.

Un mensaje “enviado por Messenger”, le abrió las puertas a su futuro laboral. “Me escribió Luis Costa y me dijo que iba a emprender un proyecto y que yo podría encajar en él, El Veintiuno se inauguró en diciembre de 2010, y ahí sigo”.

Y se autodefine como “la cara invisible de El Veintiuno, y aunque la clientela habitual me conoce hay mucha gente que no me relaciona con la sala”.

Una vez que el proyecto echó a rodar, y “superado el jaleo inicial” y que todo estuvo organizado, Laura tuvo opción de compaginarlo con otro trabajo como dependienta en Amichi -una tienda de ropa- durante tres años. “Empecé haciendo poquitas horas, luego me ampliaron el contrato y acabé como encargada hasta que cerraron en 2019”, y apostilla, “fue como en todo lo que hago en la vida, empecé desde abajo, sin hacer ruido y fui escalando peldaños”.

Como para todo el sector del ocio, para los responsables de El Veintuno la pandemia fue un duro periodo. “Tuvimos el bar cerrado durante dos años”, y en ese tiempo tuvo que buscarse la vida y lo hizo “trabajando en otra tienda de animales cubriendo una sustitución de un año, después se me acabó el contrato y coincidió con la reapertura”.

Y tras ese impass pusieron en marcha dos festivales, el Brizna en Ayerbe y Aragón Sonoro en Alcañiz.

A día de hoy es habitual verla en el Olimpia donde, afirma, “soy un poco chica para todo y echo una mano en lo que se necesita”.

Aunque reconoce que le cuesta “conocer a gente nueva y entablar relaciones con personas que no conozco”, también dice que disfruta “con el jaleo y yendo de un lado para otro”. Y no oculta que lo que peor lleva es el papeleo.

Se considera “bastante culo inquieto” y disfruta de su tiempo libre “saliendo a pasear con mi perro, yendo al gimnasio, quedando con amigas y leyendo”.