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Lucía Pueyo Gracia: “No nos paramos a escuchar el cuerpo”

Esta oscense que ejerce como fisioterapeuta desde su consulta, Espacio Libera, recomienda atender a las intuiciones, respuestas cerebrales concretas

Lucía Pueyo Gracia.
Lucía Pueyo Gracia.
S. E.

Lucía Pueyo Gracia ejerce como fisioterapeuta desde su consulta, Espacio Libera, ubicada en la capital oscense. Aunque no fue su primera opción cuanto tuvo que elegir qué estudiaría -Biotecnología y Biomedicina estaba como primeras opciones- la idea de formarse en algo que aunara “la salud con la actividad física” le convenció para decantarse por el grado en Fisioterapia que estudió en la Universidad Autónoma de Barcelona.

Afirma que siempre le gustó la ciencia. Creció viendo a su madre, de profesión enfermera de Atención Primaria, cómo trabajaba la salud. “Era algo que me encantaba”. Por entonces sentía ya la “inquietud por saber”, también se recuerda “muy creativa” y aunque “de pequeñita era más acomodada”, actitud de la que sus padres le animaban a alejarse “saliendo al balcón a sacudir la pereza”, moviendo el cuerpo, ahora eso ya no le pasa, y está “haciendo todo el rato cosas, porque la rueda social del hacer nos llega a todos".

La idea que llevaba al comenzar sus estudios y que vinculaba la Fisioterapia al movimiento, a la traumatología o al deporte, se amplió “a un mundo tremendo”. Una perspectiva más amplia, desde la Pediatría o la Neurología, que incorporó “la visión del paciente como algo no segmentario sino como un conjunto de sistemas de procesos, el paciente desde una visión holística, algo que “a la gente le da algo de miedo”, pero que no es otra cosa que “verlo todo en conjunto”.

Continuó formándose y recayó en la terapia fascial, en la que lleva especializándose los últimos seis años. En esta terapia, “el tratamiento se dirige no a trabajar el tejido muscular sino el fascial (de fascias), que son el tejido conectivo del cuerpo, lo que no es un órgano ni un músculo, como los ligamentos, el tejido que tenemos debajo de la piel que la mantiene pegada a la profundidad o el sistema que envuelve los músculos”. Y hoy, además ofrecer esta atención en su consulta, se dedica a la docencia y da clases de postgrado en en la Escuela de Terapia Fascial.

Cuando se le pregunta de qué manera nos aproximamos al cuerpo, apunta a que aunque “cada vez estamos empezando a vivir más conectados con el cuerpo, solemos vivir en abandono del cuerpo. Hacemos cosas de manera sistemática pero no nos paramos a escuchar qué necesita nuestro cuerpo y qué información nos está enviando”, pues el cuerpo “nos avisa todo el rato de lo que necesita”. Lo hace, generando sensaciones físicas agradables o desagradables en función de lo que está recibiendo el cuerpo. Por ejemplo, “las maripositas en el estómago cuando estás enamoridiza o la sensación de angustia, que parece que tienes una losa sobre el pecho”. Esos avisos, de lo que está bien o está mal y a los que “no solemos hacer mucho caso”, “son intuiciones”. Y pese a la idea de “que la intuición es algo místico” en realidad, aclara, “es una función cerebral concreta”.

De ahí que sugiera que deberíamos “parar a escucharnos”, y estar más en el sentir, para contrarrestar ese ‘tener que hacer cosas todo el rato’.

Dice que la fisioterapia le ha aportado “paciencia, para esperar los cambios cuando tienen que llegar, el saber no anticiparse y hacerlo de una manera bastante positiva”.