Huesca

Mujeres rurales pioneras, una historia de “trabajo y esfuerzo”

El Centro de Innovación Gastronómica ha reunido en una jornada varias experiencias

Mujeres rurales pioneras en la gastronomia
Ferrer, Lardiés, Lacasa, Arcas, Charneca y Costas, antes de la mesa redonda.
Laura Ayerbe

Ser pionera requiere valentía y horas de trabajo -a veces sin descanso-, “24 horas seguidas”; mucho esfuerzo, porque sin eso “no hay nada”, sacrificio y humor, para cuando se acaba la faena reír mientras se comparten “las anécdotas del día”.

La historias de vida de Pilar Lacasa, Consuelo Arcas, Carmen Lardiés y Pilar Ferrer, todas ellas pioneras del sector de la hotelería y restauración en la provincia de Huesca, está marcada por el trabajo y el esfuerzo para sacar adelante sus negocios, junto a sus familias, maridos, hermanas e hijas e hijos.

Las cuatro han sido este viernes protagonistas del encuentro ‘Mujeres rurales pioneras en la gastronomía’, organizada por el Centro de Innovación Gastronómica de Aragón, donde compartieron sus experiencias acumuladas en décadas, en un conversatorio moderado por Anabel Costas, vicepresidenta de la Asociación Provincial de Hostelería y Turismo de Huesca. La jornada, que contó con la presencia de la directora general de Desarrollo Rural, Rosa Charneca, mostró también dos casos de éxito, por parte de Pilar Febas, de la Quesería de Val de Cinca, y Pilar Gracia, de Bodegas Bal Minuta, y la participación de Nila Macía, directora del Cluster Turismo Sostenible.

Pasajes comunes

Todas, junto a sus compañeros -maridos y padres- vieron una oportunidad y en sus recuerdos hay pasajes comunes.

En el caso de Lacasa (76 años), fue a raíz del restaurante “chiquitín, con 9 mesas” que tuvieron primero, en el que se demandaba “los adobos de la abuela, las migas los boliches”. Visto el éxito, junto a su marido se decidieron a abrir el hotel. De esto hace ya 49 años. “Seguimos haciendo mucha innovación y pero lo antiguo también”.

En este tiempo, ha habido muchos banquetes de boda, sacados a base de cocinas de leña “grandísimas que tenían que ser encendidas a las 6 de la mañana”; servicios de comidas y cenas, una de ellas tan sólo dos días después de dar a luz a uno de sus hijos; clientes que nunca imaginó -“quien me iba a decir a mí que le iba a dar de comer al rey emérito “-, y claro, noches sin dormir.

Para Arcas (91 años) la clave está en “trabajar agusto” -y hacerlo en hostelería “es una gozada” y bonito, por las amistades que llegas a hacer”-; también, asociarse, “es lo mejor para una empresa”, siendo “de los primeros” que entraron “en la Asociación de Directores de Hotel, de España y de Huesca”.

Todas reivindicaron el papel que ellas, mujeres, han tenido en el crecimiento de los negocios. “Eso de no acostarnos (en una noche) lo he vivido yo muchísimas veces”, coincidió Lardiés , “terminar un banquete a las 3, recoger, volver a montar; sube, dúchate, cambiate de ropa y vuelve. Sin vacaciones, sin límites de horas. Ellos lo iniciaron pero las que estábamos ahí las 24 horas éramos nosotras”.

Ferrer suma el factor “suerte” en la ecuación al empeño, desde los inicios con un bar de bebidas - “creo que lo hicimos para no trabajar y trabajamos, a base de echarle horas, la primera en enganchar y la última en desenganchar”- hasta el día de hoy, con la chef Iris Jordán, que opta a ser Cocinera Revelación 2024, “muy tremenda, siempre innovando”.

Un éxito que se consigue, resalta Pilar Febas, de Val de Cinca, “muy poco a poco, con muchos años de dar la vara, haciendo productos de calidad y diferenciales”, y estableciendo “sinergias entre productor y hostelero o cocinero, independientemente del cliente final”.

Una innovación aplicada también a la génesis de los proyectos, como hicieron Pilar Gracia y su pareja, “porque plantar viña a 1200 metros de altura en pleno Pirineo era una cosa de locos” y con “mucho trabajo” consiguieron que saliera adelante, han ampliado plantaciones y han construído una bodega en una aldea donde sólo viven ellos con sus dos hijos.