Huesca

La historia del Flor continúa en el Casino junto al Lillas Pastia

Desde comienzos de año ambos restaurantes compartirán espacio, pero cada uno mantendrá sus menús y esencia gastronómica

Comensales en el Flor disfrutando de la sobremesa tras una comidas navideña
Comensales en el Flor disfrutando de la sobremesa tras una comidas navideña
Laura Ayerbe

En las fiestas de San Lorenzo de 1993 el Bar Flor comenzaba su actual etapa con Carmelo Bosque al frente de sus cocinas, era el renacer de un restaurante histórico en la ciudad que con distintos nombres y bajo diferentes gerencias contaba con más de un siglo de historia y había sido testigo de la evolución y los grandes cambios de la ciudad. Y en unos días, al comienzo de 2024, Lillas y Flor se darán la mano compartiendo espacio pero manteniendo cada uno su identidad y esencia gastronómica.

Ya en 1887 se anunciaba en el periódico que precedió a nuestra cabecera -El Diario de Huesca- que el entonces Café de Bardají daba paso al elegante Doré, sito en los entonces Porches Vega Armijo, hoy Porches de Galicia. En el Doré se podían disfrutar de conciertos del violinista Dámaso Ger Turrau y de animadas tertulias, y entre su clientela figuraba el ilustre López Allué.

A finales de 1927, el Doré pasaba a ser el Bar Flor a manos del industrial oscense Leandro Lorenz, quien lo dirigió hasta 1964 y sin saberlo, lo bautizó hasta la actualidad.

Durante los treinta y tres años en los que Leandro Lorenz y su señora, Florencia Elfau, regentaron el Bar Flor, este fue punto de encuentro de funcionarios y lugar de reunión de señoras de alto copete.

Tras el fallecimiento de Lorenz, su viuda decidió traspasar el ya mítico Bar Flor, como así anunciaba el diario Nueva España -la cabecera que sucedió a la anterior y antecedió a DIARIO DEL ALTORAGÓN-, y el nuevo gerente fue otro ilustre industrial oscense, Pascual Sarvisé Laiglesia.

Trece años después, la obras para construir la sede de la Diputación de Huesca obligaron a bajar la persiana del local y el negocio permaneció cerrado durante una década. Después llegó una breve reapertura con Agustín Arazo a la cabeza, y tras ello un nuevo paréntesis desde 1990 a 1993.

30 años han pasado desde que Carmelo Bosque junto a varios socios, entre ellos Fernando Barbanoj y Manolo García, ofrecieran sus primeros menús a 1.500 pesetas (el equivalente a 9 euros actuales). En este tiempo los tres han sumado experiencia y canas, pero siguen con las mismas ganas de ofrecer buena cocina a los oscenses. Presumen de mantener en el menú, “con algunas variaciones”, algunos de los que han sido sus platos estrella especialmente, “el hojaldre de setas y gambas”.

Estos días están centrados en las celebraciones navideñas, acogiendo numerosas comidas y cenas, y el ritmo seguirá imparable hasta el próximo día 31 cuando elaborarán, como cada año, “casi 400 menús para llevar”, ya con el nuevo año toda la plantilla, “de 15 personas” se trasladará a edificio del Casino para empezar una nueva etapa el 4 de enero.

Lillas y Flor convivirán, pero cada uno tendrá su menú, en ambos estará Carmelo Bosque como responsable de las cocinas, y sus respectivas plantillas seguirán ofreciendo su buen hacer para que los clientes disfruten con cada plato.