Huesca

OJO AVIZOR

La Catedral, un tesoro en lo más alto de Huesca

El templo está a la espera de un Plan Director que solucione los problemas del edificio y su entorno

Vista general de la Catedral de Huesca y el Museo Diocesano, desde la plaza de la Catedral
Vista general de la Catedral de Huesca y el Museo Diocesano, desde la plaza de la Catedral
Catedral/Museo Diocesano

Al entrar en la bella Catedral de Huesca la mente y el espíritu se llenan de armonía y viajan a otra época, a siglos pasados en los que este edificio gótico presidía con todo su esplendor la parte alta de la ciudad.

Construido entre los siglos XIII y XVI, este templo está dedicado a Jesús de Nazaret y se levantó piedra a piedra por deseo de Jaime I el Conquistador, quien la mandó edificar en el año 1273.

Pero, ¿saben los oscenses los tesoros artísticos que guarda su interior? ¿Conocen su torre campanario, criptas, bóvedas, capillas y escaleras de caracol? ¿En qué estado está el edificio y su entorno? ¿Qué hay que hacer para conservarlo?

Susana Villacampa, directora del Museo Diocesano y una gran conocedora de la Catedral y especialmente de su entorno, responde a estas y otras preguntas sobre este templo que se sabe al dedillo. En su opinión, Huesca “se identifica mucho con el edificio de la Catedral visualmente”.

“Todo el mundo la conoce como icono visual, de hecho la imagen de su fachada principal está muy explotada a nivel turístico y comercial. E incluso cuando vienes de fuera por carretera, la Catedral es lo que dibuja el ‘skyline’ de la capital oscense, esa línea de horizonte que identifica a una ciudad desde lejos”, comenta.

Pero, puntualiza, “otra cosa es conocerla por dentro y saber valorar e identificar las joyas que acoge su interior a nivel de patrimonio material y también inmaterial”. Entre todos estos tesoros artísticos destaca en primer lugar la propia arquitectura de la Catedral que es gótica y en la que se unen dos periodos distintos pero “muy bien armonizados”.

Los pináculos de remate sobre los ábsides
Los pináculos de remate sobre los ábsides
Museo/Catedral de Huesca

Se combinan “el gótico más primitivo y el gótico más florido, más flamígero o más evolucionado del siglo XVI”. Así, se trata de “un edificio muy armónico y muy bien equilibrado”, valora la experta. “Los maestros constructores que la hicieron desde la Edad Media hasta principios del siglo XVI supieron crear muy bien esa sensación de armonía que se respira cuando entras al interior del templo. Sin alturas desafiantes ni desmesuradas, muy enlazado con lo que sería el gótico levantino o el gótico más mediterráneo”, explica Susana Villacampa.

Pero la obra “cumbre”, y no solo de la Catedral ya que es una de las “piezas clave de la escultura española del siglo XVI”, algo respaldado por diversos expertos y estudios, es el retablo de alabastro que Damián Forment realizó entre 1520 y 1532.

“Es una obra maestra de la escultura hispana de ese momento porque en él se produjo un cambio, en algunas zonas un poco más lento, en otras más avanzado, entre lo que sería la estética todavía un poco goticista, plateresca, de ese gótico aún tardío que da los últimos coletazos y los inicios del Renacimiento”, indica. Además, la Catedral de Huesca cuenta con un conjunto de retablos barrocos en sus capillas laterales, algunos de ellos muy destacados. Por ejemplo, la capilla de San Joaquín, una “gran desconocida, es extraordinaria a nivel de las obras que se conservan en su interior, por la variedad, la riqueza, la cantidad de materiales, de dorados bien trabajados y las pinturas magníficas que hay de Vicente Berdusán”.

La cripta de los Lastanosa
La cripta de los Lastanosa
Museo/Catedral de Huesca

Susana Villacampa también destaca la capilla de la familia Lastanosa, “donde aparte de la calidad artística que tienen las obras y las pinturas es todo un conjunto barroco, con su cripta, su capilla y la cúpula. Y además, nos deja ver cómo era la Huesca de ese siglo XVII, qué familias eran las que tenían capilla, con qué recursos económicos contaban y con qué bagaje cultural e intelectual los miembros de esas familias podían diseñar, en función de ese conocimiento de lo que se hacía en el resto de Aragón e incluso fuera de la península”. Por supuesto, se refiere al Museo Diocesano, integrado dentro de la propia Catedral, que guarda, entre otras joyas, piezas del templo como la sillería del coro, “de mucha calidad artística e interés iconográfico y simbólico”. Por todo ello, expone que “en Huesca, los oscenses tenemos que creernos que lo que tenemos aquí, merece la pena, difundirlo, disfrutarlo y cuidarlo”.

A vista de pájaro tras subir los 180 escalones de la torre

La Torre Campanario de la Catedral es otro de los grandes atractivos para los turistas. Tras subir sus 180 escalones, a 37 metros de altura se puede contemplar una magnífica panorámica de todo el casco urbano, siendo este el punto más elevado de la ciudad, la parte más alta. También se pueden ver, las sierras y presierras, destacando Guara, el Salto del Roldán, y también el castillo de Montearagón y toda su llanura.

El interior de la torre cuenta con varios pisos. En el primero hay una pequeña exposición de maquinarias de relojes históricos de torres de iglesias y el propio de la catedral de Huesca, uno de los más antiguos que se conserva en Aragón. Se pueden ver también sus campanas, del siglo XVIII y XIX, y otra gótica del siglo XV que se conserva.

Y cada cierto tiempo se pueden visitar las criptas, como la de Lastanosa, con sesiones que permiten conocer estos lugares más ocultos. Susana Villacampa explica que la Catedral, como cualquier iglesia cristiana antigua, además de templo de oración, era también un gran cementerio. Otro espacio “muy curioso”, apunta, el es óculo que hay detrás del retablo mayor, “una capillita a la que se accede desde la sacristía y donde se guardan formas consagradas”.

Reunión en unos días del grupo de trabajo

Y aunque la Catedral de Huesca se mantiene bella, requiere de actuaciones urgentes. La estructura del edificio no está en riesgo, pero sufre diversos daños que al Obispado de Huesca le resulta imposible atender por sí solo.

La Catedral está a la espera de la redacción, por orden del Ministerio de Cultura, de un Plan Director, que posteriormente habrá que ejecutar si se dispone de los recursos necesarios en un plazo de 10 años. Su redacción comenzó en marzo de 2023 con un año de plazo, por lo que habrá que esperar tres meses más para conocer sus propuestas para solventar las necesidades de este templo.

Susana Villacampa es miembro del grupo de trabajo que da forma a este plan como interlocutora del Obispado y miembro de la Delegación de Patrimonio. Este grupo se reunirá la próxima semana para compartir posturas. Hasta que llegue ese Plan Director, “toda una incertidumbre”, esta experta en arte y en historia, lanza con fuerza una llamada de atención para conseguir mejoras en su querida Catedral.

Respecto a las intervenciones de más urgente solución, detalla que uno de los principales problemas que tiene la fábrica de la Catedral, es decir, la arquitectura en sí del edificio, es el estado de la piedra, sobre todo en según qué zonas, “que está muy erosionada, muy arenizada”.

Destaca especialmente la parte de la cabecera y el lado sur. “Toda la fábrica de la Catedral, o la mayor parte de ella, se restauró y se hizo una intervención fuerte pasada la Guerra Civil y también en los años 60 y 70, que es cuando se realizó una restauración fuerte del edificio, que lo mantuvo cerrado bastantes años y con la que se desmontó el coro y se adaptaron capillas”, recuerda. Se repusieron algunas piedras, sin embargo, en lo que no se pudo intervenir o no se consideró porque todavía estaba en buen estado, “ahora se están empezando a dar problemas”, advierte. Se refiere así, por ejemplo, a los pináculos, muy arenizados, motivo por el que se colocó hace años una malla sobre la portada sur porque se desprenden cascotes. 

Hay capillas que también necesitarían alguna restauración, una limpieza de retablos, pero entre lo más urgente también resalta el entorno del templo, que habla de la historia de la ciudad y muy pocas catedrales conservan. Apuesta por “rescatarlo de una vez por todas del olvido” para utilizarlo como espacios culturales o como atractivo turístico, una rehabilitación muy necesaria ya que está en un “estado ruinoso, y eso no lo podemos permitir y creo que hay que gritarlo muy alto desde Huesca”.

“Es un entorno magnífico, muy singular y cuenta con construcciones, infraestructuras y dependencias pegadas al edificio porque sirvieron para darle vida. Allí es donde residían los obispos medievales, los canónigos, la curia y había un parte económica, en la que se almacenaba y se gestionaba el comercio que generaba el cabildo de la Catedral y el obispado durante la Edad Media y los siglos posteriores”, advierte finalmente