Huesca

Rosalía García Arias: “La necesidad no de dar sino de darme a los demás es algo innato”

La carmelita misionera teresiana participa hoy en la presentación de la Campaña de Manos Unidas Huesca en el Salón Azul del Casino

Rosalía García Arias.
Rosalía García Arias.
Laura Ayerbe

Nacida en el pueblo lucense de Quiroga, Rosalía García Arias tuvo claro desde niña “la necesidad de darme a los demás, algo innato que Dios puso en mi camino sin ningún esfuerzo por mi parte”.

Ella y sus cuatro hermanos vieron desde niños como su madre daba de comer y dormir “a un pobre que pasaba. Lo metía en casa y eso fue calando en mí sin darme cuenta”.

Con ese deseo “no de dar”, sino de darse al prójimo pensó en el matrimonio, “pero sentí que un hombre y una familia me iban a atar a un entorno pequeño y quería ser libre en amar y entregarme a los demás”.

A los 19 años entró en el convento y a los 20 profesó. Carmelita misionera teresiana, estuvo 13 años en un colegio en Amposta, también en Paterna y Torrelavega, y en una clínica de tuberculosos en Huelva, ya que inquieta, deseosa de ayudar en todo y a todos, se formó como auxiliar clínica.

Su siguiente destino fue Paraguay, donde ha vivido 40 años. El primer viaje no fue fácil. Era diciembre, salió de Madrid abrigada y llegó a Asunción en pleno verano. Los 40º grados que la recibieron fueron una anécdota comparado con todo lo que llegó después. Con otra hermana, que era enfermera y tenía conocimientos en medicina tropical, llegaron a Pirayú, donde permanecieron una década. “Había una pobreza extrema y cada 8 días se moría un niño de diarrea”. Bien compensadas con su estudios sanitarios comenzaron a “capacitar a las mujeres y a los pocos meses los niños empezaron a mejorar, ya no morían. Eso fue bonito”. 

En esa época también ejerció durante un lustro de párroco, llevando la parroquia con un grupo de seglares.

“Fueron años gratificantes” que precedieron a su destino definitivo; Paso Yobái. La comunidad paraguaya “era muy pobre y comenzamos a trabajar para poner agua potable. Iniciamos la capacitación integral de un pequeño grupo y abrimos escuelas”.

Otro golpe de realidad llegó al ponerse en contacto con los indígenas, “1.500 personas sin hábitat. Con Manos Unidas empezamos a adquirir las primeras tierras para que se agruparan por familias y clanes hasta que se crearon seis comunidades -hoy son ocho- que disponen de entre 300 y 400 hectáreas, salvo una que tiene 1.285”.

Para ellos “la naturaleza es su casa”, pero los paraguayos, brasileños y alemanes “les explotan. La deforestación y contaminación de ríos le impedía cazar y pescar y como vivían al día;es decir, cazar y comer”, había que educarles, algo complicado porque “los ancianos lo consideraban un retroceso”.

Con un trabajo “de hormigas, mucho sufrimiento y sin imponer sino caminando con ellos”, comenzaron a edificar escuelas con la ayuda de Manos Unidas. “Muchos terminan Primaria, y aunque pocos quieren seguir”, para ellos han puesto en marcha una escuela de capacitación agraria en la que disponen de 10 hectáreas de cultivo y de animales, que les sirven para aprender y vender, dinero que es para la propia escuela.

Todas esa experiencia la compartirá hoy la hermana Rosalía García en la presentación de la 65 campaña de Manos Unidas Huesca, que se presenta a las 19:00 horas en el Salón Azul del Casino, en un acto en el que intervendrán el administrador apostólico de Huesca y Jaca, Vicente Jiménez, y la presidenta-delegada de Manos Unidas, Rosa Tenas.