Huesca

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Jaime Esparrach: “Huesca es un lugar comprometido con la solidaridad y responde siempre”

El Secretario General de Cáritas Diocesana subraya que los oscenses siempre responden a sus llamadas

Jaime Esparrach.
Jaime Esparrach.
Laura Ayerbe

Nacido en Gran Canaria, pero altoaragonés desde hace dos décadas, Jaime Esparrach es el secretario general de Cáritas Diocesana de Huesca. Este lugar le permite ser un testigo de primera mano del carácter de los altoaragoneses, sobre todo en lo relativo a la solidaridad. Y afirma al respecto que Huesca es un lugar comprometido, de lo que da prueba la miríada de entidades sociales que hay, y cuyos habitantes “siempre” responden a las llamadas de estas asociaciones. La ciudad en sí, con especial mención a la Catedral, Loarre, el Salto de Roldán o el hayedo de Peiró son sus rincones para perderse.

Vienes de Gran Canaria y llegaste hace casi veinte años, ¿qué te enamoró de esta tierra?
—Pues principalmente, la gente y la calidad de vida de la ciudad de Huesca, ya que me sentí acogido desde el principio y como en casa. Yo soy una persona que se adapta con facilidad y siempre he sido de allí donde he vivido, pero aquí me he sentido siempre muy cómodo.

¿Qué rincones del Alto Aragón recomiendas para perderte unos días?
—Aunque disfruto mucho del monte y me encantan los pueblos de esta tierra, creo que Huesca es una ciudad poco conocida que tiene muchas cosas para disfrutar, con rincones interesantes y una historia que se transparenta en sus calles y edificios. Además, si quieres pasar unos días, es un gran lugar para usarlo como campamento base y conocer lugares emblemáticos como el Castillo de Loarre, el Salto de Roldán o espacios naturales increíbles como el hayedo de Peiró.

¿Notas diferencias entre el carácter de los grancanarios y el de los altoaragoneses?
—Hay muchas diferencias. En Canarias tenemos un carácter más latino y un ritmo de vida tranquilo que nos hace vivir la vida de forma más pausada. Además, somos muy abiertos y cariñosos. En cambio, los altoaragoneses suelen ser más reservados, pero son muy nobles y directos, cosa que me hace sentir a gusto porque encajo muy bien. A pesar de las diferencias, hay una cosa que es común y es el amor a su tierra, lo que me parece un valor fundamental.

¿Con qué productos o recetas de la provincia se puede conquistar un estómago?
—Uff, hay mucho para elegir y todo de gran calidad, porque además del producto, tenemos la suerte de contar con unos impresionantes profesionales del mundo de la cocina que le sacan todo el partido. Mi familia disfruta mucho del ternasco asado o la longaniza, yo me decanto más por la ternera del Pirineo y por supuesto por la pastelería oscense. Gracias a ella he descubierto lo que es ser un laminero.

Te desempeñas en la ayuda a los demás, en la solidaridad. ¿Huesca es solidaria?
—Huesca es un lugar comprometido con la solidaridad, y prueba de ello es la cantidad de entidades sociales e iniciativas de colaboración que existen en los campos de la discapacidad o la exclusión. Además, los oscenses responden siempre ante las llamadas a la solidaridad que realizamos desde las entidades, pero tenemos que seguir creciendo para que nuestra ciudad y nuestra provincia sean espacios más acogedores y que generen comunidades que se cuiden mutuamente; en eso estamos trabajando desde Cáritas.

¿Qué le hace falta a la provincia para crecer y hacerlo de una manera equilibrada en todos los sentidos?
—Creo que una parte importante es creer en nuestras capacidades, en los valores que tenemos y que hay que destacar: nuestros paisajes, nuestra historia, nuestra gastronomía, nuestra capacidad de trabajo y esfuerzo y, por supuesto, la creatividad para hacerlo respetando nuestro modo de vida y el medio natural donde vivimos. Un reto fundamental es poner en valor nuestro mundo rural, de inmensa riqueza, y hacerlo de manera sostenible y con la participación de las personas que habitamos esta tierra.

¿Qué acontecimiento histórico ocurrido en la provincia te hubiera gustado ver o vivir?
—Me hubiera encantado vivir los años de construcción del retablo mayor de la Catedral de Huesca, obra de Damián Forment que se terminó en 1534 después de 13 años de duros trabajos y muchas complicaciones. Me parece una pieza increíble, que transmite recogimiento y espiritualidad, y que siempre me ha impresionado. Para quienes vivimos la fe como algo fundamental en nuestra vida, espacios como nuestra catedral y el patrimonio religioso de la provincia son muy significativos y deberíamos disfrutarlos más.