Huesca

RELIGIÓN

Gran devoción y tradición en la Semana Santa Ortodoxa

Los rumanos residentes en Huesca, una comunidad con más de mil personas, han asistido a los actos litúrgicos celebrados durante toda la semana

Celebración de una de las misas en el exterior de la iglesia ortodoxa de Huesca.
Celebración de una de las misas en el exterior de la iglesia ortodoxa de Huesca.
S.E.

Huesca es una ciudad cada vez más multicultural que desde hace décadas ha acogido a nuevos residentes de distintas nacionalidades. Estos oscenses de adopción se han sabido adaptar a nuestras costumbres, pero también mantienen sus raíces y las tradiciones que han pasado de generación en generación y han conocido desde niños.

En la actualidad, la capital cuenta con 1.168 personas de origen rumano (según datos del último padrón municipal), siendo el grupo de extranjeros que más presencia tiene. Una comunidad que estos días ha vivido una de sus celebraciones más especiales, la Semana Santa Ortodoxa. Sus creencias también las profesan “ucranianos, griegos y una parte del pueblo ruso”.

Los actos empezaron el día 28 con la festividad del Domingo de Ramos y se prolongarán hasta el hoy domingo. Y se trata de un periodo en el que “se rememora la bienvenida de Jesús a Jerusalén y la promesa de la vida eterna para los creyentes cristianos”.

Al frente de estos feligreses está Florin Raducu, el padre de la Parroquia Ortodoxa Rumana de Huesca (Parohia “Zamislirea Maicii Domnului”), ubicada en Nuestra Señora de la Huerta. Lleva 16 años desempeñando este cargo y su competencia se extiende a otras zonas de la provincia: “Jaca, Sabiñánigo, Aínsa, Graus y Sariñena”.

Él explica que esta festividad religiosa tiene dos ciclos. “La Cuaresma, que comenzó el 18 de marzo, y la Pascua, que se inició el pasado día 28, cuando hubo bendición de ramas de sauce y olivo durante los servicios litúrgicos. Y finalizará con el Domingo de Perdón”, agrega el padre Florin, y como es tradición, será una fecha propicia “para la reconciliación entre los miembros de la comunidad”.

Las celebraciones

Destaca que “durante la Cuaresma, los cristianos ortodoxos llevan a cabo un estricto ayuno durante 40 días siguiendo una dieta vegetariana, sin consumir carnes, productos lácteos ni bebidas alcohólicas”. Relata que “simboliza una preparación espiritual en la que se afianza la caridad y la oración, mediante la abstinencia de algunos alimentos”. Y una vez finalizada esta practica, “las familias se reúnen para compartir cenas con platos tradicionales en los que el ingrediente principal es el cordero”.

Cuando va a terminar la “Máslenitsa”, última semana de la Cuaresma, indica que los feligreses ya han celebrado los tres días más relevantes “el Gran Jueves o Jueves Limpio, el Gran Viernes y el Gran Sábado”. Para ello, “la iglesia ha estado decorada con crespones y lazos negros y en las misas se ha vestido con ropa oscura”.

Detalla que “desde el pasado día 1 de mayo cada una de las misas se ha celebrado en recuerdo de un hecho concreto. El miércoles la traición de Judas, el jueves la Cena y el viernes fue por el Calvario y la Crucifixión”.

A estos actos acudió “gente de toda la provincia”, en la noche del jueves tuvo lugar “la vigilia de los Doce Evangelios”. Un día después, “se mostró el icono del Santo Sepulcro, en la iglesia se pusieron flores y por la noche se cantaron himnos fúnebres, durante dos horas, para dar sepultura a nuestro Señor”.

Además, continúa, “en el exterior, en la explanada que hay enfrente de la parroquia, se realizó una pequeña procesión con el icono, la bandera cristiana y la Santa Cruz que estuvo acompañada por un cortejo en el que los participantes portaban velas”. Y añade que “en el interior, el templo quedó iluminado con velas y al volver a entrar se elevó el Santo Sepulcro, los fieles pasaron por debajo, pidieron perdón por sus pecados y por todo lo que han hecho”.

Este sábado, “se cambiaron los paños y se pusieron flores blancas”. También “se prepararon unas cajas con pan y vino que fueron bendecidas”. Ya por la noche, “se celebró una misa que empezó a las 23 horas y se prolongó hasta las 1:30”. Y al acabar hubo celebraciones en las casas.

Con la iglesia iluminada tan solo con una vela en el altar, el padre Florin portó una vela blanca y llamó tres veces a los feligreses a “recibir la luz”, después fue prendiendo los cirios ornamentados que cada uno llevaba, se leyó el Evangelio y se proclamó que “Cristo ha resucitado”. Esas velas se guardan todo el año y, dice, “y cuando se tiene algún problema se encienden y se reza”.

Hubo reparto de cajas y este domingo, “en ayunas y después de lavarse la cara, ha sido el momento de tomar el pan y el vino”. Además, “en el Día de Resurrección en todas las casas hay huevos rojos -previamente pintados y cocidos- y la gente los choca tras repetir el siguiente diálogo: ‘Jesucristo ha resucitado’ y se responde, ‘de verdad’”.