Huesca

DIVERSARIO

La magia de los sonidos aleatorios

Raúl Thais ofreció un reconfortante concierto en el Conservatorio Profesional de Huesca

Concierto de Raúl Thais en el Conservatorio de Huesca dentro del festival Diversario.
Concierto de Raúl Thais en el Conservatorio de Huesca dentro del festival Diversario.
Laura Ayerbe

En el marco del festival Diversario, el sábado en sesión matinal el Conservatorio Profesional de Música de Huesca “Antonio Viñuales Gracia” acogió un bello y reconfortante concierto del pianista Raúl Thais. Tras la mesa redonda del día anterior en la DPH, que este músico ciego protagonizó junto a la musicoterapeuta vasca Jaione Oribe y en la que Thais exhibió un discurso tan brillante como heterodoxo y gozosamente imprevisible sobre el tema de la creatividad y la improvisación, ahora llegaba el momento de mostrar su inmenso talento a la hora de componer e interpretar música. Lo cierto es que la conexión entre música y ceguera ha sido constante a lo largo del tiempo: desde las rapsodias (en muchos casos cantadas) del poeta griego Homero, hasta los romances y cantares de ciego presentes desde la Edad Media -y extensivos a muchos griots, o juglares africanos, como Amadou et Mariam-, hasta llegar a esa gran multitud de pianistas invidentes, que incluye a Ray Charles, Stevie Wonder, Art Tatum, Tete Montoliu, Ignasi Terraza, Serafín Zubiri o Nobuyuki Tsujii, por citar solo a algunos de ellos.

La música que crea Raúl Thais es definida por él mismo como música cuántica, basada en la aleatoriedad de los sonidos que emergen en su interpretación. Una música que se emparenta fundamentalmente con el impresionismo, el minimalismo europeo -más que el americano, que tiene una componente más rítmica-, el ambient y la new age music. Una música, por otro lado, sanadora y relajante, pensada para el bienestar del intérprete y el espectador. Una música expansiva, evocadora, por momentos ensoñadora y de una gran placidez, en la que, al escucharla, no resulta difícil encontrar referencias a la obra de Chopin, Debussy, Mompou, Erik Satie, Brian Eno, Ryuichi Sakamoto, Wim Mertens, Lito Vitale o Michael Nyman. Eso sí, sin abandonar nunca su radical impronta personal. Después de haber realizado un taller de improvisación en el Conservatorio esa misma mañana, Raúl Thais ofreció un concierto dulce y sutil, compuesto por una decena de temas, en los que a partir de composiciones propias ejecutó diferentes variaciones y repeticiones sobre delicados motivos melódicos, en las que no faltaron ni espacios para los silencios ni momentos de tensión más disruptivos. Es la suya una música enormemente descriptiva, en la que el oyente puede imaginar el fluir del agua de un río, el pasar de las nubes, el sonido de la lluvia o un atardecer crepuscular, así como diferentes olores o colores, en la mejor tradición sinestésica. De hecho, se podría decir que Raúl Thais crea con su música un abigarrado y hermoso tapiz sonoro, pintando con su piano unos placenteros paisajes musicales. Eso sí, esta vez eludió la locuacidad y el humor que desplegó el día anterior en la mesa redonda, a la que él mismo se encargó de poner el broche de oro. Al final de la misma, un espectador le preguntó qué opinaba sobre la Inteligencia Artificial, y Thais sentenció la velada diciendo que “no la hay natural, como para que la haya artificial”. Genio y figura.