Opinión
Por
  • FERNANDO OLIVÁN BOSQUE

"El Gallinero"

Si de algo puede presumir el Parlamento español es de haber tenido en sus escaños y en su tribuna magníficos políticos, maestros de la oratoria, de la educación y del respeto mutuo. Si el profesor Tierno Galván, Manuel Fraga Iribarne, Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar, Santiago Carrillo o incluso el tan odiado Mariano Rajoy levantaran la cabeza en la vida política, se avergonzarían de la escoria que, a día de hoy, ocupa los escaños del Edificio donde se representa el sentir de todos los españoles. Fueron políticos preparados, educados y con argumentos para defender los intereses de los que los eligieron. Raramente alzaban la voz más de lo preciso y mucho menos esgrimían el insulto como arma dialéctica contra el adversario.

Nada tiene que ver con lo que nos encontramos a diario en las sesiones parlamentarias de los últimos años e incluso de los últimos días. El egocentrismo y el narcisismo de los y las protagonistas y su pobre oratoria, muy pobre, con un lenguaje barriobajero, que más bien recuerda a los mejores charlatanes en la plaza del pueblo tratando de vender hasta a su madre, un mueble o incluso la iglesia de la localidad, convierten la clase política en una manada pagada por el contribuyente, que ante la falta de argumentos éticos y convincentes utilizan el insulto a grito pelado, la estupidez, e incluso ese dedo apuntando amenazante, cual de una pistola cargada de "os vais a enterar" se tratara.

Dicen que van a poner en la educación secundaria la asignatura obligatoria de Oratoria. Ya tardan. Pero sobre todo que elijan bien a los profesores y sus métodos. El futuro de España está en nuestros jóvenes y España no se merece esto.

Tenemos una campaña electoral por delante. Tristemente, va a ser divertido. Como un gallinero.