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  • Diario del Altoaragón

La vulnerabilidad en el medio rural

No es necesario cebarse en estigmas para convenir que la inclusión de las personas vulnerables resulta más compleja en el medio rural que en el urbano, aunque, una vez conseguida, seguramente las oportunidades para la actividad y para la normalización en los pueblos no desmerecen para nada las que pueden tener en las ciudades.

El proyecto europeo Se Canto presentó ayer en Sariñena las conclusiones de un estudio que establece que se percibe una correlación entre los servicios, el estado de las viviendas y la población en situación de dificultad. Por la propia pirámide poblacional, que se acentúa en las pequeñas localidades, las personas mayores están sometidas a unas circunstancias más exigentes, entre las que se incluyen las especificidades de su longevidad y también las generalidades de una disponibilidad comprometida de servicios como los comercios. Pero es que también se han identificado necesidades de jóvenes sin formación ni empleo. Y también hay que conocer las posibilidades de quienes tienen alguna discapacidad o padecen una dependencia, sea cual sea el origen de ésta. Seguramente, la pobreza a la que inducen los estereotipos -en gran medida y particularmente en la sociedad actual el germen de las mayores injusticias en el mundo- nos ciega la visión de las grandes oportunidades que, para el medio rural, tiene el aprovechamiento de todos los seres humanos convertidos, de esta forma, en recursos para la multiplicación de las opciones de engendrar un hábitat saludable, integrador, armónico y erigido sobre una educación en la diversidad, que es sin duda una de las más importantes lecciones que hoy gozamos en nuestra civilización. Tornar las vulnerabilidades en fortalezas representa un compromiso ineludible e inaplazable.

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