Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La huelga debe ser una expresión de libertad

Recientemente, en esta tribuna nos hacíamos eco a cuenta de la presión de los taxistas madrileños de los arcaicos conceptos que envuelven algunas de las movilizaciones que se producen en nuestro país. El derecho de huelga está consagrado por el artículo 28.2 de la Constitución y, consecuentemente, se ampara en el ordenamiento jurídico que implica que no puede ser conculcado. Otra cuestión es que cada una de las manifestaciones laborales o cívicas en general están sometidas al escrutinio que permiten otras libertades como la de expresión, la de opinión y lógicamente de pensamiento. Cuando alguien niega toda legitimidad a las posiciones contrarias, está cercenando su propia posición por cuanto la grandeza de la democracia estriba en la amplitud del universo de las posturas, todas ellas legítimas siempre que se atengan al marco del Estado de Derecho que tan estupendamente perfiló la Carta Magna.

Que hay motivos para la reivindicación tajante el 8 de Marzo es una obviedad. Las brechas de género son tan reales como certeras son las estadísticas que las denuncian en los distintos ámbitos de la vida, desde el trabajo a la seguridad, desde los estudios a los puestos directivos, desde los estereotipos a las demostraciones de un machismo abyecto que es una sangría que la educación no logra taponar. Y, siendo todo cierto y aportando argumentos contundentes a la convocatoria de huelga, desde la honradez intelectual que se materializa en la coherencia hay que respetar y aceptar las opiniones contrarias a la fórmula elegida por las organizaciones que invitan a esta medida. En el camino del feminismo, sólo la tolerancia permitirá dar pasos en firme, muchos adelante y ni uno solo atrás. Se precisan todas las voluntades, aunque sean sanamente discordantes.