Opinión
Por
  • ISABEL COSTA

El cambio climático, otra cortina de humo

No sé si recordarán ustedes, en los años 80 y 90, el lío que se armó por el tema del agujero de la capa de ozono y los famosos CFC, o cloro-fluoro-carbonos, los halones y demás sustancias acusadas de destruir la capa de ozono y permitir que los rayos ultravioletas causen estragos en la gente: cánceres de piel, cataratas, extinción de especies y otros tantos despropósitos como se inventaron y que concluyeron con el otorgamiento de un premio Nobel... Todo esto que entonces nos hicieron creer que era tan importante, se acabó en nada por arte de magia.

Como explicó en su momento un científico francés, exministro de Grandes Riesgos Naturales y Tecnológicos de Francia, director del Centro Nacional de Investigación Científica, Mr. Haroun Tazieff, comentando el premio Nobel de Química de 1995, se refirió a los inventores del fraude del ozono diciendo: "Es muy lamentable comprobar la velocidad a la que está desapareciendo la honestidad científica".

El problema desapareció cuando los que lo habían creado consiguieron lo que querían lograr: ganar más dinero. Ahora hemos entrado en otra fase distinta, creada también artificialmente por grupos ideológicos, no científicos, y esto es muy importante saberlo porque estas teorías que se inventan no tienen ninguna base categórica ni acreditada científicamente. Es más, muchos inventos hechos por verdaderos científicos de gran calado, se han encerrado o han desaparecido.

Sería una bobada pensar que el ser humano sea capaz de alterar el clima. Pensemos si se parece algo a lo que hacen los volcanes, o al vuelo de miles de aviones, o a los grandes bosques, o las más de 2.000 bombas atómicas que se han tirado desde que se inventó. ¿Cuánto CO2 (anhídrido carbónico) echan a la atmósfera Todos los coches juntos de la tierra echan mucho menos que la que pueden echar otros elementos naturales y la tierra es capaz de regenerarse por sí sola.

Si actualmente hay un cambio de clima, se debe a elementos naturales, no humanos, como los ciclos solares, o ciclos en que la temperatura del sol varía, o que la tierra ha variado algo la distancia al sol, todo ello son ciclos naturales y no hay que alarmarse por esos cambios porque la producción humana comparada con la producción natural es insignificante.