Opinión
Por
  • LUIS ALONSO MAYOR

Las leyes están hechas para cumplirlas

En la confianza de que el juicio al "procés" que actualmente se está celebrando en el Tribunal Supremo devuelva al pueblo catalán el sosiego que unos iluminados perturbaron en pasadas fechas, asistimos expectantes a las declaraciones de acusados y testigos.

El amor a la responsabilidad de que ha hecho gala el exministro señor Zoido, no queriendo asumir la que pudiera corresponderle por los supuestos excesos en la actuación de las Fuerzas de Seguridad en su misión de impedir la celebración del referéndum, no le favorece. No ha sido capaz de justificar la utilización de la fuerza legal -la fuerza del Estado-, por el personal a su mando. La responsabilidad que dijo no corresponderle, pasándosela a los operativos encargados de cerrar los colegios electorales, no es ético compartirla con los subordinados. En principio, un ministro debe asumirla y luego exigirla a quien de él dependa orgánicamente.

Y qué decir de la señora Forcadell, presidenta del Parlament, que dio un espectáculo de nervios, insistiendo hasta la saciedad que ella había actuado correctamente, algo así como si Cataluña ya fuera independiente. En todo momento estuvo informada por los asesores jurídicos de lo que no podía hacer el Parlament.

Tampoco ha faltado maldad a Jordi Sánchez a la hora de declarar, pues calificando como de ambiente festivo la tumultuosa concentración del 20 de septiembre delante de la Consellería de Economía, habilitaron como escenario los coches de la Guardia Civil, que quedaron salvajemente destrozados.

Hemos visto ridículas estampas de niños buenos, como la de Junqueras que no dudó en proclamar su amor a España y, disfrazándose con piel de cordero, en el sentido de que es creyente, justificó que era buena persona y él se había portado bien. Tuvieron que pasar las primeras sesiones del juicio para que un testigo estrella, el coronel de la Guardia Civil Pérez Cobos cambiase el color del mismo.

La descafeinada actuación de los Mossos, que teniendo por misión "impedir la celebración del referéndum preservando la convivencia pacífica", cumplió la segunda parte pero no la primera. La coletilla de preservar la convivencia pacífica es inherente a cualquier protocolo de actuación de las Fuerzas de Seguridad en evitación de excesos, pero no justifica el incumplimiento de la misión, pues en la acertada conjunción de "impedir" y "preservar" estará el éxito de su actuación. No hubo alteración de la convivencia pacífica por parte de las Fuerzas de Seguridad. La convivencia pacífica la rompieron los grupos de radicales para promocionar el procés en las TV extranjeras. La restituyeron las Fuerzas de Seguridad: Guardia Civil y Policía Nacional.

Esperamos del juicio al "procés" que se aplique la Ley con el rigor que las normas permitan y proceda, para restituir la normalidad democrática y asegurar la convivencia pacífica de los ciudadanos que tanto se desea. Más que deseo es una exigencia, legitimada por la condición de españoles del pueblo catalán y el hecho de haber votado mayoritariamente en 1978 la Constitución.