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Chesús Bernal, el valor de la mesura

En medio de un ambiente en el que las astracanadas se han apoderado de una parte demasiado grande del panorama político, la pérdida de figuras como Chesús Bernal provoca tanto desaliento humano como tristeza sólo consolable por el legado de su ejemplo. Ha perdido dos referentes Aragón del ejercicio de un parlamentarismo sano, razonable, brillante y coherente. El primero fue Antonio Torres, todavía en activo. Ayer, ya retirado, nos dejó Chesús Bernal, uno de los fundadores de Chunta Aragonesista, diputado durante cuatro legislaturas y con altas responsabilidades orgánicas dentro de su partido. En los dos casos, y en algunos otros, se cumple para nuestro alivio una de las máximas de Howard Gardner, el creador de la teoría de las inteligencias múltiples, y que sacraliza la convicción de que no se puede ser buen profesional si no se acompaña de la pertinente bonhomía. Siempre quedaría un jirón en la integridad exigible.

Chesús Bernal era un exponente de esa expresión acuñada durante los años de "político de raza". Un hombre de palabra, bien empleada por cierto, lo que demuestra que su preparación filológica surtió buenos frutos. En la tribuna, era rotundo, sólido e incluso convincente por más que ya sabemos que en los escaños de la representación popular nadie cambia de postura, que viene ya sellada de serie. Un señor en el mejor sentido del término, afable, sonriente, positivo, encajador de los golpes y generoso con los rivales cuando venían bien dadas, tanto en las instituciones como en el partido.

Chesús Bernal es historia del parlamentarismo y de la comunidad autónoma de Aragón, entregado a la voluntad de pacto y al diálogo, partidario de la moderación aunque firme en sus criterios y las ideas de su partido. Una laguna que cubrir con el recuerdo.

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