Opinión
Por
  • ANTONIO VALDÉS PALACIO

Los destroza parejas

Uno de los personajes más ruines de la sociedad española es el destroza parejas. Se trata de personas maquiavélicas y malas. Suelen ser amigos del hombre y la mujer que, haciéndose pasar por buena gente, son muy engañadores. Cuesta mucho conocerlas hasta que te la han pegado y muchas veces lo han hecho sin darse cuenta ninguna de las dos partes. Van con chismes de infidelidad y otras mentiras hacia los dos allegados. A uno le dice que su amigo se ha ido con otras y al otro que su amiga se ha ido con otros. Para no ser descubiertos a ambos les dicen que no cuenten nada al otro porque todo lo que está haciendo es porque lo aprecia mucho y le fastidia esta situación. En la mayoría de los casos no se descubre y se produce la ruptura de un vínculo de común acuerdo llegando las dos personas a odiarse por culpa de este sinvergüenza. Pero hay casos en los que una de las dos partes se da cuenta del engaño y quiere reconciliarse encontrándose con una situación en la que el ser querido le desprecia y le odia. No atiende a razones porque el sinvergüenza rompe parejas le ha dicho que no diga nada. Es de muy mala fe y muchas veces los individuos maquiavélicos cuyo fin justifica los medios, buscan un desengaño amoroso que conduzca a ambos a odiar al sexo opuesto y quedarse soltero para toda la vida. Se lo pasan en grande. Luego preguntan a uno cómo se encuentra sin el amigo o amiga desde que les dejó el amor de su vida, les anima a que busquen pareja por internet o con un anuncio en el periódico, o sea, se les ríen en las narices. Pero otras veces quieren llegar más alto y lo que buscan es que el individuo engañado, agradecido por la información que le ha dado al tenerlo como hombre o mujer de confianza, caiga en sus brazos.

Desde aquí animo a todos aquellos que se encuentren en estas circunstancias a que no se cierren del todo y pidan explicaciones antes de romper por las malas sin hablarse, discutiendo por teléfono o cortándolo. Darles la posibilidad de dar su versión, porque estos individuos llevan el diablo dentro, pero por fuera son engañadores y chaqueteros. Mientras no se muestre lo contrario hay que respetar el principio de presunción de inocencia de la otra persona y sentarse a hablar de lo que ha podido pasar. Hay que difamar a estos sinvergüenzas para que la gente no se los mire a la cara y sus malas obras dejen de producir sufrimiento a personas muy buenas que no se merecen pasar por este calvario.