Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El talento que se va

Conviene ser sumamente cuidadoso cuando se trata el fenómeno migratorio, tanto el de venida como el de ida, para no incurrir en errores de concepto ni en interpretaciones inquietantes e incluso deleznables. La movilidad entre países ha sido consustancial a la evolución de las civilizaciones y las culturas, ora por exigencias de situaciones indeseadas en los lugares de origen, ora por la apreciación de oportunidades para la supervivencia o, más allá, para el desarrollo de una carrera profesional acorde con la formación y la preparación de los migrantes.

La observación de los factores que propician los desplazamientos es la que varía el diagnóstico. En una provincia como la altoaragonesa, con un déficit demográfico importante, el desarraigo de más de nueve mil profesionales, una buena parte de ellos jóvenes, puede inducir a extraer unas conclusiones anexas al hecho de que un porcentaje determinado optimiza su estatus personal y laboral. El primero, y preocupante, es el hecho de que el sistema educativo no consigue adecuarse a las necesidades de las empresas y, consecuentemente, del desarrollo de nuestra provincia, lo que provoca un déficit por un lado y una carencia de expectativas en el territorio por otro. El segundo, que egresamos de los centros de enseñanza jóvenes con capacidades notables que son absorbidos por otros países que los precisan, con lo cual además estamos pagando una formación que no somos capaces de optimizar asentando a sus protagonistas en nuestra tierra. El tercero, que las expectativas de recuperación poblacional se ven mermadas. Y el cuarto, que en el escenario de los nuevos perfiles podemos caer en una insuficiencia que lastre el porvenir. Retener y recuperar el talento es un reto que requiere no sólo anuncios, sino diseño y estrategia.

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