Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Recital de disparates en Reino Unido

Los millones de personas que se lanzaron a la calle para reclamar un segundo referéndum sobre la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea han dado una vuelta de tuerca más sobre la disparatada posición que los partidos tradicionales se ven abocados a adoptar más con visión tacticista que con responsabilidad estratégica. La posición de Theresa May, atrapada entre sus propias incongruencias y las presiones de sus acólitos, no le ha eximido del reconocimiento de que no tiene el apoyo para someter a una nueva votación su acuerdo del Brexit. En la insensata carrera que siguió a la infausta e irreflexiva decisión de Cameron de convocar un referéndum -el origen de la endiablada coyuntura actual-, se han sucedido los engaños sobre la posición comunitaria, como si el abandono fuera a ser un coser y cantar placentero e irresponsable. En el país de la flema y de la constitución consuetudinaria, las nuevas generaciones se han entregado a la visceralidad y el aislamiento, justamente en el momento más crítico para el viejo continente que exige cooperación, apretar filas y aportar lo mejor de todos y todos juntos para competir con un mundo globalizado en el que las regiones emergentes avanzan sin piedad para acaparar los mercados.

Una Europa débil es el objetivo de líderes de escasa conciencia y nulos escrúpulos como Vladímir Putin. Disgregar los territorios -oído, cocina, allá donde miremos, incluso dentro- es la determinación más funesta sobre los ciudadanos europeos y, por ende, sobre los británicos. Rectificar no es la consecuencia de una sobrevenida impotencia, sino una muestra de sentido común como consecuencia de una reflexión meticulosa. Caminar hacia el abismo es una opción. La otra, volver a dar la palabra al pueblo para, con más raciocinio que pasión, dicte sentencia.

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