Opinión
Por
  • PILI RUBIO

¿Somos todos iguales ante Hacienda?

Como todos los años, en abril de 2017 presenté mi Declaración de la Renta. En diciembre me comunican que, basándose en el informe de Endesa relativo a mi bajo consumo de energía, han decidido que "mi casa" (primera y única) no puede ser considerada vivienda habitual sino "segunda residencia".

Esto conlleva implicaciones económicas al variar considerablemente las desgravaciones correspondientes a la adquisición del piso, además con carácter retroactivo.

La cantidad que debía reintegrarme Hacienda se redujo al 20 % del importe.

Presenté recurso para mostrar mi disconformidad y solicité cita en Hacienda.

En este intervalo, sin haber recibido ninguna contestación, efectuaron el ingreso del importe estimado según la corrección efectuada por hacienda. Devolví el ingreso.

Habían desestimado mi primera alegación por no presentar documentos (al solicitar cita, ingenuamente, pensé entregar los documentos al acudir a la misma).

Al presentarme en la delegación de Hacienda, me entregaron las reclamaciones correspondientes a los ejercicios de 2014, 2015 y 2016 y la segunda del ejercicio 2017.

El 18 de diciembre de 2018 presenté recursos contra las 4 reclamaciones.

Las pruebas documentales que aporté en la Delegación de Hacienda: empadronamiento, censo, recibos bancarios, testimonios firmados de mis vecinos, en fin, todo aquello que pudiera considerarse prueba fehaciente de que mi casa constituía mi residencia habitual.

El 8 de marzo de 2019 llegaron 4 notificaciones en las que, alegando que los documentos aportados no justifican ni demuestran que mi casa constituye mi residencia, me requerían la diferencia de las declaraciones de los años 2014, 2015 y 2016, más los intereses correspondientes.

El dinero importa, claro que importa y más a los que tenemos un sueldo mileurista, pero lo que realmente duele es la indefensión del ciudadano ante la administración y la impotencia de sentirte ante un vacío de normas legales.

Vivimos en un país de chuflo y pandereta, donde se gastan importantes sumas de dinero en hacer campañas publicitarias para promover el ahorro y, curiosamente, el premio para el ahorrador es la sanción administrativa. ¡Ole! Realmente España es diferente.