Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La llamada de atención de la España Vaciada

Un cuudadano, unos derechos. Viva donde viva. Pero a esta reivindicación no se puede llegar desde cero, como si no hubiera historia, como si no proyectáramos aspiraciones. La España Vaciada, la que mañana se va a manifestar en Madrid en una Revuelta pacífica con la que agitar conciencias y mover a la reflexión, es aquella parte del territorio español que durante décadas, hasta completar no menos de media centuria, ha estado alimentando no sólo los núcleos urbanos, sino fundamentalmente las comunidades autónomas más prósperas del país. Aquellas a las que los recursos humanos de las veintiséis provincias identificadas en el concepto de la despoblación -por estadística y observación, que no por parámetros arbitrarios- han nutrido para un desarrollo inaprehensible para las regiones desfavorecidas.

La España saciada necesita, aunque acríticamente no lo perciba, de la España Vaciada. La precisa porque sus niveles de saturación han alimentado la impersonalidad de sus territorios, cuyo rostro humano se ha desvanecido en medio del egoísmo y de la inacción de las administraciones. El movimiento que se concentra en Madrid es el de la sociedad civil, que es el complemento para que las instituciones puedan ejercer la misión que tienen encomendada, que no es otra que gestionar las arcas públicas para que cada ciudadano tenga las mismas oportunidades, resida donde resida, en un ejercicio de igualdad y de libertad que, sin embargo, ha de ser impulsado con el criterio del equilibrio. Los discursos no se sostienen si no vienen acompañados de medidas reales, de estrategias y de desempeños. Y el manifiesto que mañana leerán Manuel Campo y Paloma Zuriaga será un ejercicio de realismo, no de nostalgia ni de lirismo. Una exigencia de compromiso sin demoras ni atajos. Con la meta en el futuro, que es ya.

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