Opinión
Por
  • MARIANO RAMÓN

Abuelas y 8 M

La presencia de abuelas en las manifestaciones callejeras habidas días atrás arropando las reivindicaciones de sus nietas y enardecidas por las falacias del manifiesto proclamado por los convocantes, cabe entenderse como un desahogo de los rencores acumulados en sus años de vida conyugal de los que, evidentemente, desean prevenir a sus nietas. Algunas quizá habrían sufrido al igual que sufrieran sus abuelas, la tiranía de la mujer en casa, pata quebrada y atada en la cama, filosofía de andar por casa que, afortunadamente, ha quedado obsoleta. Las mujeres de hoy en día pueden acceder en paridad con los hombres a cualquier actividad y por lo tanto, y como se decía antaño a propósito de la competitividad, ¡el/la que más chufle, capador! Las facultades universitarias están a rebosar de estudiantes femeninas y en el caso de veterinaria suponen ya el setenta por ciento del alumnado cuando en el año 1951, en Zaragoza, tan solo se licenciaron dos, Elenita y Angélica. Algo similar puede constatarse en el ejército, la judicatura y la política y en tanto otros ámbitos incluido el del fútbol. Hace algunos días se publicó en este mismo espacio y suscrito por una mujer cuyos apellidos me despertaron lejanos recuerdos, una carta en la que se reflejaba la presencia femenina en distintos ambientes. Es de hacer notar que en las manifestaciones callejeras no figuraban esas abuelas que cada mañana se reúnen en bares y cafeterías para compartir recuerdos e inquietudes en torno a un café. Obviamente la naturaleza nos ha hecho distintos a los dos sexos y a cada uno le ha dotado de una función y así el hombre, por más que se empeñe, jamás podrá concebir una criatura y la mujer segregar esperma. Sin embargo, el acoplamiento de la pareja ha dejado de ser imprescindible para la procreacion al disponerse de la inseminación instrumentalizada y de la fecundación "in vitro" (la clonación va para largo). La masculinidad entendida como supremacía del varón sobre la mujer heredada de tiempos remotos y todavía presente en algunas culturas, ha pasado a ser un recuerdo lo mismo que el auge de la femineidad desterrará de la fauna patria y "per omnia seculae seculorum", al macho ibérico.