Opinión
Por
  • MARIANO RAMÓN

Independentista

Hasta el último de la clase sabe que las zorras no caben en los gallineros y que los políticos encarcelados tampoco pueden ocupar escaño alguno en el Parlamento, pues estos, a la postre y al igual que las zorras, siempre tratarán de hacerse suyo el corral. No lo entendió así la presidenta del Congreso, la cual, haciendo de su capa un sayo, endosó la situación de los parlamentarios presos a los letrados de la casa quienes, reglamento en mano, dictaminaron la suspensión de empleo y sueldo de los cuatro diputados encausados y, obviamente, su regreso a prisión, donde tendrán que esperar el fallo judicial, un fallo que habrá de ser ejemplar puesto que con las cosas de comer no se juega y en este caso con los intereses de España. La variopinta colección de partidos que conforman el Congreso dio lugar a pintorescas fórmulas pronunciadas por los diputados independentistas en el momento de asumir la Constitución. Una de las más grotescas, por no decir impertinentes, fue dicha por uno de esos diputados haciendo alusión al planeta a cuyo propósito me pregunto si algo tienen que ver los esquimales o los pamperos argentinos con el bienestar de los españoles. ¡Vivir para ver! Por su parte los alegatos en favor de los políticos presos cabe entenderse como un postureo mitinero más que como un gesto solidario. El día que los políticos independentistas superen la soberbia supremacista y dejen de creerse el ombligo del mundo, Cataluña volverá a ser esa región de España que muchos llevamos en lo más entrañable de nuestras querencias. También Hitler predicó la supremacía del pueblo ario y bien se sabe cómo acabó él y su camarilla y cuánto dolor produjo. Sin embargo aquella Alemania hitleriana es a día de hoy, el faro que traza la ruta a seguir para llegar a buen puerto. Cataluña, ¿faro de España? Ojalá que los independentistas de buena fe abran los ojos del alma y de la razón y así lo entiendan.