Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Inquietud por el cambio climático

La Comisión Europea ha reconvenido a los 28 estados miembros para que adapten y avancen en sus planes para combatir el cambio climático. Demanda ambición e impulso de las energías renovables, la eficiencia energética y la lucha contra los gases de efecto invernadero. La advertencia del organismo comunitario coincide con las noticias dramáticas sobre la reducción de la superficie helada de Groenlandia, que se ve mermada por un deshielo que crece exponencialmente.

En este tipo de actuaciones de la Unión Europea, se perciben las diferentes actitudes entre los países concienciados y aquellos que se dividen entre los perezosos o los negacionistas. Y también entre los sensibilizados los hay que se limitan a cumplir predicando con el ejemplo –indudablemente plausibles- y los que, además, ejercen una intensa militancia para intentar convencer a los carentes de compromiso, ejerciendo un apostolado medioambiental cuyos frutos son inciertos pero, al menos, son admirables en cada paso que se da hacia delante. España tiene uno de los programas más destacados del continente, como reconoce la Comisión, y desde sus buenas prácticas resulta recomendable que, en su área de influencia, sea capaz de expresar las bondades del ejercicio de la preservación de la naturaleza. La integridad de las aguas, del aire y de las tierras constituyen una garantía de salud y de nutrición sostenible, beneficios tan interesantes que no pueden quedar limitados por la estulticia individual o colectiva. El planeta nos está brindando la oportunidad, a través de los avisos de indudables degeneraciones, de resarcirnos éticamente y de responsabilizarnos de la transmisión a las futuras generaciones del mejor escenario para disfrutar de la vida. Demasiado serio como para exhibir apatía o agresividad ante el cambio climático que demanda nuevas actitudes y nuevas acciones.