Opinión
Por
  • VICENTE FRANCO GIL

Ofensiva cultural a favor de la dignidad

La vida se ha convertido en una espiral vertiginosa donde el riesgo de accidentarse es elevado. Nos preocupamos por cosas innecesarias olvidando la importancia del sentido y el valor indiscutible de la vida, del matrimonio y de la familia. Nos falta compromiso y nos sobra exceso de presunción.

La banalización del sexo desde edades tempranas orientado como pasatiempo, asumido socialmente y promovido institucionalmente, unido al acceso fácil a la pornografía, así como la quiebra del rol familiar en donde no existen hogares sino alojamientos con prestación de servicios, están provocando en gran medida una violencia doméstica que luctuosamente va en alza.

El antídoto no consiste en la distribución masiva y gratuita de preservativos en colegios, ni en campañas mediocres de concienciación barata. La educación eficaz se imparte en el seno familiar, basada en el respeto a valores y a principios perennes que le son inherentes al género humano. Solamente así se preservará la dignidad que todas las personas llevamos inscritas desde que somos concebidas en el vientre materno. El ejemplo y la coherencia parental es el mejor espejo donde se pueden reflejar los actos de nuestros hijos, porque ellos también son sociedad.