Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Las armas las carga el diablo

El doble atentado terrorista -sin eufemismos, ni doméstico ni epítetos fútiles ni mentirosos- en Estados Unidos vuelve a colocar en el foco de la atención mundial uno de los grandes derechos de la humanidad, menospreciado en ocasiones desde basamentos ideológicos, minusvalorado casi siempre por la sociedad hasta que es demasiado tarde.

Desgraciadamente, no tenemos una cultura que contribuya a entender factores como la función estricta de las fuerzas armadas cuando entendemos que están vulnerando cualquier comodidad superficial en nuestro entorno, contraviniendo el orden lógico porque, sin preservar nuestra integridad, se desvanecen nuestras certezas e incluso nuestro bienestar. Que en la principal potencia planetaria haya más armas que habitantes o que seis de cada diez delitos de sangre sean cometidos con artefactos perfectamente legalizados coadyuva a la comprensión de que, efectivamente, la chispa de la violencia sin retorno está a la vuelta de cada esquina.

En términos teológicos, San Ignacio de Loyola ofreció una solución difícilmente replicable: quien evita la tentación, evita el pecado. Sin dudar de que la realidad estadounidense es demasiado compleja como para someterla al reduccionismo con el que la escrutamos nosotros, un país con casi dos siglos y medio de democracia y de experiencia de Estado de Derecho tiene que reconocer que se cierne una grave amenaza que exige una revisión de su política de favorecer la posesión de armamento. No hay grupo de presión que pueda poner en jaque la seguridad y la calidad de la existencia de una nación cuya fundamental obligación –y esto va por todas- es la preservación de las condiciones de normalidad para todos sus ciudadanos.

Diario del AltoAragón