Opinión
Por
  • ASUN SÁNCHEZ RAMOS

Caos rojo

La Tomatina del municipio valenciano de Buñol, celebrada el pasado miércoles, dentro de sus fiestas patronales, ha consistido indudablemente en la mayor "batalla campal" mundial, donde sus 22.000 participantes se han arrojado tomates los unos a los otros.

Con vítores y a grito pelado, han esperado impacientemente a que el reloj de la iglesia de su pueblo señalara justo las once horas del día para enfrentarse entonces a tomatazo limpio.

No obstante, es de justicia decir que, siendo una de las fiestas más reconocidas y populares a nivel nacional e internacional, son muchos los que critican el derroche y despilfarro originado por este caos rojo, que suponen los más de 120.000 kilos de tomates desperdiciados en cada edición.

Y es que, pese a que esta macro fiesta pone en el mapa a este bello municipio, al igual que le pasa a la ciudad zaragozana de Tarazona, entidades como el Banco de Alimentos lanza su grito al cielo, no sin razón, ¡ojo!, tildándola de un auténtico sinsentido, al quedar tirado por la borda todo el ímprobo esfuerzo de lograr alimentos para tanta gente necesitada de nuestra sociedad.