Opinión
Por
  • MARIANO RAMÓN

Corrupción

Al tiempo que Vila Reyes, presidente del Real Club Deportivo Español ingresaba en la cárcel a cuenta del escándalo Matesa, un médico de pacotilla que con el tiempo se acreditaría como el mayor pirata de los presupuestos institucionales y que a su vez acuñaría el tópico de que España nos roba, intrigaba desde la clandestinidad contra la unidad de España. Eran años de bonanza económica y de cierto despegue político que el taimado personaje supo aprovechar en la quiebra de la banca catalana y crearse una imagen que con la llegada de la democracia le propiciaría el asiento en el trono catalán desde donde supuestamente amasaría una fortuna de doscientos ochenta millones de euros. Con la defraudación de tamaña cantidad pasa a ocupar el primer puesto en el ranking de los políticos corruptos, de todos los tiempos, incluidos Rodrigo Rato, Bárcenas, los eres andaluces y un largo etcétera. Raterillos de poca monta siempre los ha habido en la administración pública y todos los hemos conocido porque eran gente de nuestro entorno. Algún lector recordará la época de las "tres bes" así llamada porque los tres funcionarios dolosos tenían apellidos que comenzaban con la letra b. Lo de ahora, sin embargo, clama al cielo y no tiene perdón mientras se escatiman los dineros para ayudas sociales y no se remedien los problemas de esas gentes situadas en las antípodas de los políticos desaprensivos. Todos estos están encausados pero a puro de recursos van alargando su presencia en la calle disfrutando además del dinero afanado. Son "gentuza" que no merecen vivir en España, ni siquiera encarcelados, sino que una vez desplumados de todos sus bienes tienen que ser bandeados al otro lado de cualquier frontera.