Opinión
Por
  • LORENZO NOGUERO SARASA

Gracias aladas

Tras el fallecimiento de nuestra madre, expresamos nuestro agradecimiento a todos los presentes (e incluso a los que físicamente no están), ante tantas muestras de cariño.

Hay momentos en que hasta faltan las palabras... o sobran... y no sabemos cómo verbalizar y encauzar nuestra emociones.

Sigo desconcertado y extrañado ante su repentina muerte. "Madre" y "muerte" son palabras que no me concuerdan. Se parecen formalmente: ambas empiezan por la consonante "m" y terminan por la vocal "e"; pero su contenido es abismalmente diferente: la madre es quien da la vida, quien nos da la vida...

Nuestra madre nos amó exagerada e incondicionalmente. Quizá esto sea un defecto de fabricación de todas la madres... o, en este caso, un exceso.

Gracias, mamá, y felicitaciones a todas las madres, a las que están y a las que no están... e incluso a las que no lo son pero actúan como si lo fueran. Una persona querida nos regaló una imagen que me conmueve: sobre la hierba hicieron un mandala de flores y al abrazarse por Carmencita, justo en ese momento se posa una leve mariposa. Me recordó una imagen espectacular del gran poeta nicaragüense Rubén Darío. En la célebre "Sonatina" (la de "La princesa está triste...") hay un verso con una palabra extraordinaria que viene a ser mariposa: "¡Oh, quién fuera hipsípila que dejó la crisálida!". Para algunos, símbolo del alma liberada, en todo caso, siento que es una invitación a transformarse, a volar y a liberarse de lo que no es esencial.

Intentaremos seguir aprendiendo a vivir, a morir, a amar...