Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La accidentalidad en montaña, en una nueva fase

Con absoluta seguridad, todos los organismos competentes en materia de protección civil en la montaña están analizando la casuística de los accidentes que se están registrando, con gran profusión, en el Pirineo altoaragonés. Cierto es que, en los últimos años, el incremento de la presencia de turistas en los espacios naturales de nuestro territorio se corresponde proporcionalmente con el incremento de la actividad de los equipos de rescate de la Guardia Civil, obligados a intervenir cada fin de semana varias ocasiones por la seguridad de los practicantes de las distintas disciplinas que los valles, cimas, barrancos, nieves y otros elementos de la orografía ofrecen de manera irresistible para muchas personas que profesan una gran pasión por ellas. Esfuerzo también compartido, dependiendo de cada caso, por otros profesionales e incluso voluntarios que se suman a las labores más complejas.

Pero es que, con certeza, en estas últimas semanas se están observando dos características que reclaman respuestas preventivas. Por un lado, la gran cantidad de accidentados, bastantes con resultado letal, de una edad que recomienda bajar el listón de la aventura y decantarse sabiamente por otras variantes más ajustadas a la fecha del documento de identidad. Por otro, la proveniencia cada vez más diversa, no ya de comunidades autónomas o de la vecina Francia, sino de países remotos como sucedió ayer. El Pirineo es un espacio abierto y seductor. Su disfrute no sólo es legal, sino legítimo, pero en la manifestación de nuestra libertad contraemos también la parte alícuota de responsabilidad. En este concepto, en la preparación, en la información y en la prudencia, hay que incidir transversalmente para llegar al máximo número de destinatarios, porque la seguridad es un valor de primer orden.