Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El curso echa a volar 18.138 alas hacia el futuro

El curso escolar se inició ayer con 18.138 niños convertidos en alas que vuelan hacia el futuro. En el sistema, la obligación y la oportunidad de dotarles de la mejor visión para que se dirijan hacia horizontes lejanos desde una altura de miras que otorga la educación, sin lugar a dudas el cimiento sobre el que edificamos nuestras vidas. No es, empero, una responsabilidad individual de cada niño que ingresa en las aulas, como no lo es de los adolescentes y los jóvenes que se incorporarán a las clases de Secundaria, de la Universidad o de cualesquiera disciplinas afronten en la Formación Profesional. Al final, las infraestructuras y los recursos con los que sean dotados los centros constituirán una parte notable como herramientas para que adquieran los conocimientos, desarrollen las habilidades y construyan sus actitudes a través de la argamasa de los valores, en cuyo despliegue colectivo los profesionales, y singularmente los docentes, tendrán una relevancia tal que su papel no sólo es insustituible, sino que ha de disponer de todas las facilidades para que su vocación se erija, efectivamente, en la gran competencia de toda la comunidad en el futuro.

Bajo el liderazgo precisamente de los maestros y la vertebración desde las instituciones, nuestra tierra tiene que ejercer el compromiso de dotar de la máxima calidad a la educación, a los educadores y a los estudiantes, sin otro foco que la excelencia y la habilitación de los instrumentos sobre los que conformar conciencias críticas, mentes ávidas de aprendizaje, espíritus curiosos y comportamientos éticos. Con estos cuatro ejes, nuestra sociedad sólo puede ir a mejor. Por esta razón no hay lugar para el desánimo, para la pereza ni para las renuncias.