Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Ensoñaciones y falsedades

Si ya el relato de la historia de 1714 firmado por el independentismo catalán es una ensoñación en la que no tiene cabida la realidad de cuanto acaeció en la guerra de sucesión, las pretensiones en el presente amparadas en falsedades, abyecta propaganda de la peor naturaleza e intenciones aviesas de involucrar a la comunidad internacional tienen una gravedad inaceptable. Cierto es que la Diada de ayer congregó el menor número de manifestantes de los últimos años, aunque la honradez intelectual conduce al reconocimiento de que la concentración fue multitudinaria en esos cientos de miles de personas que amparan con su presencia la idea del separatismo y, consecuentemente, de la lucha contra la unidad de España.

La visión del panorama político no es unívoca y legítima es la diversidad, siempre que se pronuncia y se muestra dentro de los cauces de la legalidad.

Lo que no es de recibo es que el presidente de una comunidad, que a su vez es representante por su condición del Estado, cometa, arropado por otros representantes institucionales entre ellos la imprevisible regidora de Barcelona, sea capaz de desdibujar tanto la esencia de una democracia como la española al atribuir una falta de libertades que, en su opinión, se expresa en la situación de los políticos presos a punto de conocer la sentencia en el juicio del "procés". Agitar las pasiones con semejantes bajezas no puede ser gratis ni siquiera para una mentalidad tan histriónica como la de Torra, ni tampoco para el acompañamiento de otras figuras a las que habría que demandar más sentido de la responsabilidad. Esto no es un juego, sino el contrato que, por ley, hemos firmado todos para la convivencia y que reclama lealtad y respeto.