Opinión
Por
  • Mª Mar Vicente Lasala

Con-pasión animal

"En memoria de Tinto" (sacrificado hace unos pocos días en el CMPA de Zaragoza).

Leonardo Da Vinci aseveraba que el grado de civilización de una sociedad se podía medir por el respeto con el que trataran a los animales.

Bien. En un mundo donde la vida de los seres humanos apenas se valora y se naturaliza la falta de empatía con los más desafortunados, ¿queda lugar para defender los derechos de los animales Como animales humanos que somos deberíamos fomentar la compasión con nuestra propia especie y las demás. Por supervivencia más que por bondad. No es una cuestión maniquea educar a la ciudadanía en el respeto a todas las criaturas. Sería lo adecuado a un grado de civilización aceptable a estas alturas de la historia.

Sin embargo, los hechos son tozudos y la realidad es que muchos animales domésticos, sobre todo perros potencialmente peligrosos, son abandonados por sus amos y acaban hacinados en perreras municipales como el centro municipal de protección animal de Zaragoza. Las instalaciones y los medios no son adecuados para la masificación de mascotas desechadas. El personal no recibe formación especializada y deben enfrentarse a situaciones muy complejas. Pese al esfuerzo altruista de los voluntarios, que desinteresadamente colaboran en el cuidado de los animales, la situación es dantesca. Se dan casos en los que son sacrificados o mueren por falta de atenciones específicas. Es evidente que existen cuestiones que todos debemos plantearnos respecto a la compra y cría de mascotas, sean o no de razas PPP. En algunos países como Finlandia se ha prohibido la cría mientras existan perros o gatos en refugios o perreras. Son seres vivos que sufren y padecen. No podemos tratarlos como objetos.

Quizás sea el camino hacia la sociedad civilizada a la que se refería Leonardo. Pero mientras tanto, no podemos olvidar esos juguetes rotos que abarrotan los centros municipales y los albergues y recabar medios y atención para darles cuidados y una existencia digna. Sin compasión animal, no se puede esperar humanidad ni evolución. Así de claro.