Opinión
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  • Diario del Altoaragón

El ejemplo del deporte para un país

España lleva lustros viviendo una época dorada del deporte. Estamos disfrutando por las grandes gestas de nuestros equipos y de los practicantes individuales, acostumbrados a alzarse con entorchados que engrosan el orgullo de pertenencia a nuestro país como ninguna otra disciplina, especialmente la política y desgraciadamente por un exceso de discreción en los logros de ámbitos como los científicos, los sociales y los culturales, donde disfrutamos de auténticos campeones en sus especialidades con los que se mejora la calidad de vida de toda la humanidad.

Mientras en el plano institucional estamos padeciendo la inquietante incapacidad para la escucha activa y para la empatía, un partido como el de ayer de España para clasificarse para la final del Mundial de Baloncesto representa una metáfora extraordinaria de la que aprender por el ejemplo que supone. En medio de la adversidad, con un entorno dispuesto a imponer sus habilidades, los jugadores de Scariolo exhibieron una capacidad increíble para adaptarse a la adversidad para, una vez analizada, comenzar a vencerla a través de la explotación de las fortalezas propias con las que aprovechar las debilidades ajenas. En ese camino, la complementariedad de los talentos se combinó con la conjunción de los esfuerzos, empujados sobre todo por lo fundamental en cualquier acción colectiva en la vida: la búsqueda de una meta, de un objetivo común en el que, además, se sienta concernido el conjunto del país. Sólo así la disparidad acaba erigiéndose en sinfonía y la desunión en comunidad. Así se congregan las voluntades en torno al bien general y los valores ejercen un papel multiplicador. Con esa mentalidad, el interés de todos se beneficia. Aprendan nuestros líderes para mimetizarse con los que ayer nos encandilaban sobre una cancha china. Lecciones remotas para conclusiones cercanas.