Opinión
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  • SUSO DO MADRID

Yo te tolero. Tolérame tú a mí

En la convención demócrata de California EEUU, celebrada a principios del pasado junio, Pete Buttigieg fue uno de los candidatos más aclamados por los delegados. El alcalde de South Bend (Indiana), casado con un hombre, es visto como un símbolo del avance de los derechos LGTB. No pueden estar tan satisfechas las familias que reclaman libertad para enseñar a sus hijos que el matrimonio es la unión entre un hombre y una mujer, como recordó una madre a Buttigieg.

Poco después de presentar su candidatura a las primarias demócratas, hace ya unas semanas, Buttigieg se quejó en un tuit de quienes no apoyan su concepto de familia con medidas legislativas: "A menudo, la gente será amable con usted en persona, mientras promueve políticas que le perjudican a usted o a su familia. A su vez, usted será cortés con ellos, pero no tiene por qué soportar esos ataques. Puede defenderse con honestidad y firmeza. De eso va el espacio público".

Ana Samuel, casada y madre de seis hijos, doctora en filosofía política por la Universidad de Notre Dame, recoge el guante y responde en Public Discourse que no son las parejas homosexuales las que hoy están bajo presión en Estados Unidos: "Soy una madre hispana que trata con muchas otras hispanas con valores familiares tradicionales. Nosotras también nos encontramos a diario con personas que son "amables en persona" con nosotras, pero que promueven y llevan a la práctica políticas que asaltan nuestros valores". Y menciona varios ejemplos de adoctrinamiento sexual: escuelas públicas en las que se pretende "normalizar el estilo de vida LGTB"; pediatras que presionan a sus hijas menores de edad para que tomen anticonceptivos orales; clases de educación sexual en las que el mensaje central es "exprésate, no te reprimas"; bibliotecas públicas con propaganda y símbolos LGTB; actividades escolares que promocionan el cambio de sexo...