Opinión
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  • Diario del Altoaragón

La lucha por el clima

Wangari Muta Maathai, Premio Nobel de la Paz hace quince años, inició hace más de cuarenta su gran obra, el Movimiento Cinturón Verde, con la que repobló de millones de árboles África. El prestigioso galardón justificó felizmente la concesión apelando a su contribución al desarrollo sostenible, la democracia y la paz, tres principios fundamentales y necesariamente entrelazados en un Estado de Derecho que se precie y en una comunidad internacional que debe reconquistar valores a marchas forzadas. La inspiración de la keniata, una luchadora con una biografía impresionante, estuvo alejada de todo dogmatismo y concentrada en la práctica en combatir a través de la recuperación forestal las amenazas que se cernirían paulatinamente para el clima y sobre las que fue una visionaria. Tres décadas justamente después, el alemán Felix Finkbeiner tomó el ejemplo de quien llevara su trabajo hasta las instituciones de su país para poner la base, con solo nueve años, de la organización mundial Plants-for-the-Planet, que en España tiene una actividad más que apreciable. Ante grandes mandatarios, poco después de aquel primer trabajo escolar compareció para aseverar, en sentido no literal pero sí estricto, que el planeta en el que vivimos demanda unos cuidados demasiado serios como para dejarlo en manos de los adultos, más ocupados en sus estúpidas inquietudes superficiales que en preservar el legado natural que hemos recibido.

Hoy se cierra la Semana de la Lucha por el Clima y, en la tentación estulta que tanto alumbra nuestro país, nos distribuimos entre la admiración a los jóvenes que están abanderando una causa imprescindible y quienes los vituperan bajo excusas de mal pagador y de vago. El trabajo por delante es tan ingente que, más que predicar, nos tenemos que aplicar a cultivar una nueva cultura concienzuda y responsable. De lo contrario, nos erigiremos en un negro borrón en la historia de la Tierra.