Opinión
Por
  • PASCUAL ASCASO

Ellos rompen los platos y nosotros los pagamos

Si los platos que rompen ellos solitos los pagasen a escote y no nosotros, 175 millones de euros nos van a costar las nuevas elecciones 10-N, ya procurarían romper menos por muy ineptos que sean, pero como no es así, el menaje completo lo hacen añicos sin importarles un pimiento. Está claro que si no cambiamos de actores para las próximas elecciones, estamos abocados a repetir el mismo drama porque todos los que ahora tenemos están cortados con el mismo patrón y lo único que les diferencia es la corbata o la falta de ella.

Reprocharse entre ellos quien es más culpable de lo que está sucediendo no sirve de nada, porque son tal para cual. Hombre, quizás el director de la orquesta, Pedro, se lleve la palma si queremos citar a alguien como más destacado; sí hombre, el que machacó con el no es no a Mariano Rajoy y que ahora le han aplicado a él la misma medicina. Dónde las dan las toman.

Con todo ello consiguen mantener a España en el dique seco y preparar el camino para una nueva recesión que quizás, a este paso, no esté muy lejos. No sé que hay que hacer para enmendar este desaguisado, pero lo que sí sé que no hay que hacer lo que estos irresponsables y tozudos vienen haciendo. Y como esto no tiene remedio, habrá que empezar por barrerlos a todos y dar paso a otros más capacitados, más dialogantes, más voluntariosos y por lo tanto menos arrogantes, menos engreídos y menos de mirar para sí y más para España y los españoles.

Sánchez ansioso de nuevas elecciones desde el primer momento, espera, torpe de él, ganar por mayoría absoluta para cumplir con sus objetivos de instalarse en la Moncloa y eso es tan difícil como querer comulgar con ruedas de molino para perdonar su culpa. Aquellos tiempos ya pasaron y no volverán, Pedro. Así que vayamos, repito, con personas nuevas y retiremos a las que estamos hartos de ver y de comprobar que no sirven para desempeñar tales menesteres. Qué pueden largar ahora los mismos en campaña electoral sabiendo que predicar en el desierto que ellos mismos han creado es sermón perdido.