Opinión
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  • Diario del Altoaragón

Cambio climático, ciencia y conciencia

El comienzo de la Cumbre sobre el Clima en Madrid nace con un triple objetivo que explicó el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, de forma tajante: ambición, ambición y ambición. La situación del planeta se denigra de tal manera entre sequías, inundaciones y episodios extremos de comportamiento meteorológico que, más que paños calientes, la solución de un conflicto entre el ser humano y la naturaleza demanda precisión quirúrgica, eso sí, de una finura tal que tampoco sirven las demagogias sino, más bien, la conciencia y la ciencia. La primera, para entender que hay que actuar en consecuencia para evitar los perversos efectos del aumento de las emisiones contaminantes. La segunda, para aplicar la coherencia y el rigor mucho más allá de las actitudes ideológicas que no entienden que el extremismo no edifica, sino que derriba. Como se recordaba recientemente en un acto en torno al Centenario de Ordesa, Félix Rodríguez de la Fuente tituló su programa "El Hombre y la Tierra", por este orden y no viceversa. El equilibrio es tan imprescindible como la aplicación integral que se constata en la cita madrileña en la atención que se va a prestar a los océanos, grandes preteridos en anteriores citas.

En medio de las amenazas que van desde la evolución de los distintos hábitats hasta el abyecto negacionismo de determinados gobernantes, el camino en la lucha contra el cambio climático demanda la honradez intelectual de comprender que los ventajismos no conducen a ningún beneficio, y que los esfuerzos en todas las facetas de la vida sobre el planeta han de estar regidos por la observación y la investigación. No sirven atajos ni demoras, porque ese sueño de las emisiones 0 en 2050 con un retroceso de 7 puntos cada ejercicio reclama máxima energía... y renovable.