Opinión
Por
  • FERNANDO JÁUREGUI

Reuniones públicas, acuerdos secretos en privado

Reuniones públicas, acuerdos secretos en privado
Reuniones públicas, acuerdos secretos en privado

El rey empieza este martes sus reuniones para la investidura con los líderes parlamentarios. No veo grandes comentarios periodísticos al respecto: todos saben que el papel del jefe del Estado es el de casi un oyente pasivo, quizá obligado -o no- a proponer, esta misma semana, un candidato a la presidencia del Gobierno, o sea, Pedro Sánchez. Porque descarto que otra figura política, o sea, Pablo Casado, se arme de valor, salte al ruedo y se proponga como candidato. De manera que las especulaciones periodísticas y en cenáculos y mentideros se centran en otros encuentros menos conocidos y de los que tendremos solamente la información que los participantes quieran que tengamos. O sea, poca.

Pablo Iglesias, preguntado por la frecuencia de sus visitas "sin publicidad" a La Moncloa, para ultimar los flecos de su Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos, llegó a responder, textualmente: "Nunca comento las reuniones privadas de trabajo con el presidente del Gobierno". Como si con lo que se jugase en esas "reuniones privadas de trabajo" no fuese el futuro de los españoles. Todo un "avance", hacia atrás, con respecto a aquellas críticas contra las "reuniones opacas entre políticos". Claro que aquellos eran otros tiempos, en los que el líder de Podemos no acariciaba una vicepresidencia, un despacho en esa Moncloa que tanto frecuenta, dicen.

Lo mismo sobre las "reuniones privadas de trabajo" entre el PSOE-PSC y Esquerra Republicana de Catalunya, este martes, coincidiendo con las primeras consultas del Rey. Quién sabe lo que Esquerra reclamará a sus interlocutores, los representantes del partido que sustenta al Gobierno central en funciones: hay medios que insisten en que los republicanos catalanes -que a ver al Rey no acudirán- pedirán desde más dinero para Cataluña hasta facilidades para que los presos catalanes queden pronto en libertad, aunque eso no es facultad del Ejecutivo, sino más bien de las "prerrogativas carcelarias" de la Generalitat.

Y, claro, se habla bastante de un "intercambio de cromos": tú me posibilitas la investidura y yo apoyaré que tú ganes las elecciones autonómicas frente al "enemigo común". Que no es otro que el tándem Puigdemont-Torra, reunido este lunes en Bruselas, con sus incondicionales, para ver cómo encauzan ahora la batalla contra el Estado... y contra Junqueras y lo que Junqueras representa. La guerra a tres bandas y la prevalencia de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo: en estos encuentros sólo falta Maquiavelo, pero en cutre. No estoy seguro de que todo esto sea síntoma de la mejor política, la transparente y que busca el bien común y no el partidista, que es la que quisiéramos.

Pero de todo esto no nos enteraremos cabalmente hasta que ellos, o los acontecimientos posteriores, incluyendo las decisiones de los tribunales europeos sobre Puigdemont y Junqueras, quieran. Porque, que se sepa, los negociadores con ERC solo reportan a Pedro Sánchez. Y ya vemos que Pablo Iglesias sólo se reporta a sí mismo, y quizá a la futura ministra de quién sabe qué, lo tratado en ámbitos monclovitas.

Y mientras, se busca urgentemente una plataforma teórica que sustente toda esta negociación para buscar "un nuevo Estado": de momento, es Miquel Iceta, el líder de los socialistas catalanes, quien va colocando los cimientos. Dice que en España hay ocho naciones (dentro del Estado) y niños paramos a debatir el globo sonda. Debe formar también parte de las "reuniones privadas" de las que nadie trasladará, desde luego, nada al Rey, o sea, al jefe de ese Estado, en los encuentros inminentes en La Zarzuela.