Opinión
Por
  • RAÚL GABÁS

¡Justicia al arte, justicia a Cerler!

¡Los aragoneses estamos más que contentos por la decisión jurídica de que 111 obras de arte vuelvan a diversas parroquias de la diócesis de Barbastro-Monzón. Y aprovecho la ocasión para felicitar a los que han luchado por conseguirlo. ¡Se ha hecho justicia!, exclamamos con júbilo. Exclama así un pueblo que tiene su "Justicia de Aragón" y pide justicia. Eso significa que comparte el gran lema "unicuique suum tribuere justitia est" (justicia es dar a cada uno lo suyo).

Pero la sentencia sobre las obras de arte me coge en un momento de honda preocupación por el comportamiento de Aramón con Cerler. Esta sociedad, en la que participa decisivamente el gobierno de Aragón, tiene una deuda reconocida con varios vecinos de este precioso pueblo y, consciente de que la tiene, demora y demora su pago. Si los representantes de Aramón son aragoneses verdaderos, habrían de reconocer que, así como exigimos a los ilerdenses la devolución de las obras de arte, de igual o mejor manera hay que ser justos con el pueblo de Cerler, con un pueblo que en la segunda mitad de los años sesenta del siglo XX tuvo el arrojo de vender sus fincas para crear la estación de esquí. Todo el valle y la comarca entera se han beneficiado de esta decisión. Y ahora los muchos que se lucran de tan magnánima decisión, ¿se resisten a cumplir con las más elementales normas de la justicia Aramón no puede escudarse en el argumento de la "imposibilidad de destinar dinero a la urbanización, pues sus planes de expansión hacia Castanesa, si no se trata de un simple farol, indican que tienen medios suficientes para urbanizar los terrenos de Cerler. Si Aragón entero pide a la justicia que sus obras de arte vuelva a nuestra tierra, ¿hay un solo aragonés que, mereciendo tal nombre, se resista a la aplicación de la justicia al pueblo de Cerler Ruego a Aramón que salve el honor de Aragón, pues resistirse a las más elementales normas de justicia es indecoroso, por usar alguno de los adjetivos posibles.

¡Gracias, señor director!, por conceder la palabra a los que sufren injusticia.