Opinión
Por
  • ENRIQUE SERBETO

La oportunidad de Lambán

La oportunidad de Lambán
La oportunidad de Lambán

No estoy de acuerdo con lo que ha dicho Miquel Iceta sobre las palabras de Javier Lambán criticando la posibilidad de que el PSOE pacte con ERC y que a él le parecen inoportunas. Lo que es de verdad inoportuno es que un partido como el que dirige Iceta, y que permanentemente subraya que es una organización diferente del PSOE porque antepone la peculiaridad de su ámbito de influencia, se permita decirnos a los demás españoles -socialistas o no- cómo ha de ser el país cuyo nombre no quieren incluir en sus siglas. Es bastante insólito que el PSC ande pontificando si somos o no una nación u ocho y si deberíamos ser un estado federal o no. Hombre, para opinar sobre los asuntos de un club en el que solo quieres estar como observador, no parece que Iceta tenga la mayor de las legitimidades.

El presidente Lambán, sin embargo, opina de lo que sabe -él que gobierna con una coalición compleja en la que está Podemos- y lo hace como miembro del PSOE. Sus críticas a la deriva que ha emprendido Pedro Sánchez son junto a las de su colega castellano-manchego García Page, una esperanza de que aún queda en el PSOE un poco de sentido común. El problema es que me temo que Lambán está hablando solamente para salvar su propia reputación, pero ignoro si está dispuesto a llevar esa opinión hasta sus últimas consecuencias. Me refiero a que no sé si esto que parece un enfado se quedará en eso o si, por ejemplo, hará que los diputados socialistas aragoneses se abstengan o voten en contra de una investidura de Sánchez pactada con esos socios que él y yo creemos que son "indeseables". Estoy pensando si tendría la coherencia de dimitir él si la disciplina política le obliga a tener que aceptar algo que ha dicho claramente -y yo creo que con toda la razón del mundo- que sería muy malo para España.

Puede ser que esté hablando solo para sus propios seguidores y nada más para poder decir, cuando suceda la catástrofe, que "ya lo dije yo". Es verdad que en este caso, conociendo al ínclito doctor en Economía "cum laude", es poco probable que la dimisión de un dirigente regional como Lambán tuviera ningún efecto. Es decir que haga lo que haga, lo más seguro es que Pedro Sánchez mantendrá el rumbo (hasta que cambie de opinión, como ha hecho otras veces, pero eso no se sabe cuándo pasará ni las razones por las que va a suceder). El problema será entonces que ese "ya lo dije yo" cargará también con el resto más incómodo de la frase: "Ya lo dije yo y no hice nada".

Lo que no entiendo es por qué Lambán insiste en esta tesis de que Ciudadanos y el PP deberían abstenerse para evitar que la llave la tenga un señor condenado y en la cárcel (un delincuente según la RAE). Si eso es lo que cree, entonces debería sugerirle a Pedro Sánchez que al menos les haga la pelota a Pablo Casado y a Inés Arrimadas, con la misma intensidad con la que manda a sus representantes a arrodillarse ante Oriol Junqueras para lo mismo. A un tipo condenado por delitos gravísimos está dispuesto a darle cosas que rozan -y por eso está tan disgustado y con razón el presidente Lambán- la inconstitucionalidad. Pero a los constitucionalistas les condena al desprecio y les pide todo a cambio de nada. Eso no es ni justo ni razonable.

En fin, ya sé que la política es un territorio muy complicado y en el que los supervivientes se tienen que tragar sapos y culebras. Pero no es obligatorio ser político ni presidente. Si uno quiere ejercer un cargo público ha de ser consciente de que esa ingesta de batracios y reptiles va con el sueldo. Y si quiere pasar a la historia con dignidad, también es necesario aceptar sacrificios. Seguramente aún mayores que los que uno se imagina. Pero en eso se verá quien tenía altura de verdad o quien gritaba "ojo con el fuego" cuando se veían las primeras llamas, pero no se molestó en ir a buscar agua para ayudar a apagarlo.