Opinión
Por
  • DOMINGO MALO

Alfredo Vizcarro

El pasado día 16 de diciembre en Zaragoza la Federación Aragonesa de Baloncesto organizó su Gala anual para entregar las distinciones y reconocimientos del baloncesto aragonés correspondientes al año 2019.

En la crónica de un importante medio de la capital aragonesa (no así el DIARIO DEL ALTOARAGÓN que hizo una extensa crónica) se hizo referencia a la Gala y sus premiados. Entre éstos estaba Anabel Sanagustín, cuya labor por el baloncesto femenino en nuestra ciudad durante muchos años ha sido extraordinaria y también se distinguió merecidamente a la importante labor por la promoción del baloncesto del Instituto Ramón y Cajal.

Pienso que, inconscientemente, el periodista de turno dejó de nombrar en su artículo a Alfredo Vizcarro Garasa, a quien se le entregó la distinción al personaje histórico, reconociendo su enorme labor por el baloncesto durante muchos años.

En Alfredo hay que destacar dos aspectos en el mundo del baloncesto: el técnico y el humano. Me explicaré brevemente.

1º) Fue un jugador extraordinario, pívot inteligente y rápido, con pasión y genio, sabiendo que el baloncesto es un juego de equipo, dando asistencias increíbles, con recursos técnicos muy variados. Dominaba el rebote, el contraataque y ejecutaba unos ganchos insólitos.

Años más tarde pasó a ejercer una faceta más técnica y de despachos. Su labor en la Secretaría Técnica del Club Baloncesto Peñas Huesca, en su etapa en la ACB, fue reconocida por todo el mundo del baloncesto nacional. Ocupar ese puesto en un equipo con muchos medios económicos era fácil. Pero lo realmente difícil era acertar, en general, con el poco dinero que tenía el Peñas, con jugadores extranjeros jóvenes desconocidos que, como se demostró más tarde, fueron, después de recalar en el Peñas, figuras en los más prestigiosos clubes europeos.

Su amor por el baloncesto y el Peñas es tan grande, que tuvo que apechugar, casi en solitario, con las riendas del club en un momento que amenazaba seriamente su desaparición después de un triste descenso. Y consiguió su continuidad.

2º) El segundo aspecto que quiero resaltar y el más importante bajo mi punto de vista, es su calidad humana. Hombre trabajador, curtido en mil batallas, hombre leído y con mucho carisma y personalidad progresista, apasionado de los libros, dispuesto a debatir intelectualmente las ideas y filosofías más avanzadas, de mente abierta y amigo de muchos amigos. Hombre con mucho corazón y mucho cerebro.

Sirvan estas breves líneas para resarcir el olvido del periodista zaragozano. Enhorabuena Alfredo, por este merecido reconocimiento.