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  • Diario del Altoaragón

Huesca-Zaragoza, que sea una fiesta de verdad

Quizás un 22 de diciembre, en pleno ambiente navideño, sea una fecha muy propicia para contextualizar y para echar la vista atrás sobre el acontecimiento que va a vivir la capital altoaragonesa. Un Huesca-Zaragoza en Segunda División, con distintas connotaciones por la categoría en uno y otro caso, pero con la alegría de un encuentro entre las dos principales ciudades de la comunidad autónoma y dos aficiones que debieran separar el grano del entendimiento de la paja de la discordia. Por supuesto que por estos lares queremos que los azulgranas salgan victoriosos hoy y cumplan sus objetivos al final de la temporada, tan legítima aspiración como la que tienen a orillas del Ebro, en las antípodas respecto al resultado de hoy pero no necesariamente sobre el balance final en mayo.

Una lectura irreflexiva sobre la decisión del Constitucional sobre la ley de derechos históricos de Aragón ha llevado a la errónea conclusión de restar carácter a nuestra comunidad, y nada más lejos de la realidad. En los anales, en las investigaciones, en la narrativa, en la cultura y en la sociedad, se desprende la personalidad de una tierra capaz de remar junta desde hace siglos con la fuerza de los mismos objetivos y similar vocación en el conjunto de España. Así debe ser también en el fútbol. El Huesca-Zaragoza es eso, fútbol, ni más ni menos. Y el deporte ha de servir para la concordia, perfectamente compatible con la rivalidad y la competencia –imprescindible-, para después dar paso a la convivencia. Hoy tiene que ser de verdad una fiesta. Porque o nos une más de lo que nos separa o tenemos un problema serio de foco. Y no es así. Que el árbitro pite y gane el mejor… aunque nosotros sabemos quién queremos que lo sea.

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