Opinión
Por
  • ANTONIO NADAL PERÍA

Chupar cabezas

Sanidad ha recomendado limitar el consumo de cabezas de gambas y otros crustáceos para reducir la exposición al cadmio, un metal tóxico para el riñón, que puede causar desmineralización de los huesos y a largo plazo cáncer. ¿Por qué todo lo bueno es peligroso Pero la Fundación Española de Nutrición tranquiliza a la población y evita que se reduzca drásticamente la compra de gambas en estas fechas de alto consumo asegurando que no ve riesgo en su consumo porque suele ser esporádico y no regular ni frecuente. En estas fechas navideñas es generalmente cuando más se consume y por eso Sanidad se ha visto obligada a advertir de su peligro, como si los españoles nos pusiéramos hasta las botas de comer gambas y demás crustáceos. El problema es que a las advertencias sanitarias se les hace poco caso y se tiene la idea de que ahora se nos dice que todo es malo y peligroso, cuando siempre se ha comido de todo sin que hubiera aparentemente peligro alguno. Es mala la falta de información y malo el exceso de información. Supongo que a los que les gusta chupar las cabezas de las gambas no se creerán el peligro que supone y seguirán chupándolas con placer, como si no hubiera un mañana, excepto aquellos que se ponen la venda antes que la herida. Hay aficionados a chupar las cabezas de las gambas como hay aficionados a chupar los huesos de la carne. Muchos ciudadanos, sin embargo, no chupan ni una cosa ni otra porque los precios de ambos alimentos no están al alcance de todos los bolsillos, menos todavía en fechas señaladas como las de Navidad, cuando los precios se suelen duplicar. Chupar es sacar con los labios y la lengua el jugo o la sustancia de algo. Cuando nacemos nos alimentamos chupando, ya sea del pecho materno o de un biberón que lo imita. Durante meses se chupan el dedo los bebés, pues ese acto les proporciona tranquilidad, placer y seguridad. Por esa razón nos gusta chupar de mayores, incluso los hay que se chupan el dedo al comer y algunos futbolistas lo hacen para celebrar un gol. Distinto es chupar del bote, que también practican muchos adultos, que es sacar indebidamente provecho material de un cargo, una situación, etcétera. Gracias al incesante desfile de políticos corruptos por los tribunales españoles sabemos de sobra lo que significa dicha expresión.