Opinión
Por
  • JOSÉ MURILLO

Navidad

Resulta agradable ver las calles iluminadas de manera extraordinaria con las luces de Navidad. Nos trasladamos con la mente al ancho mundo, y nos sabemos unidos a gentes de mil ciudades que también celebran el nacimiento del Niño Dios, Redentor de la humanidad, dicho en clave religiosa. Porque en clave sociológica también tiene su importancia, ya que este acontecimiento ha sido el fundamento de una civilización: la civilización cristiana, que desde hace veinte siglos se caracteriza por su impulso al respeto de los derechos humanos y su ayuda a los más necesitados. Sus mandamientos nos mandan amar, y sus valores impregnan nuestra cultura. Debido a que nuestro corazón está "diseñado" para amar, el amor es camino de felicidad. Y nuestra cultura, poco a poco, siglo a siglo, progresa en el reconocimiento y respeto de la dignidad humana: por su influencia quedó atrás aquel atropello máximo a la libertad que imperaba en el pasado: la esclavitud. Y atrás tienen que quedar también los tiempos en que muchos niños no llegan a nacer vivos, por acción premeditada. Todavía persiste en el mundo demasiada falta de respeto a la dignidad de la persona, falta de respeto que es contraria al mensaje cristiano. Estos días vemos por las calles engalanadas el bullicio de gentes portando bolsas y paquetes con aire de fiesta. Y nos reunimos con nuestros familiares, en torno a una mesa bien preparada. Entre turrones y villancicos intercambiamos regalos, y nos dejamos envolver por esa luz de la Navidad que por unos momentos nos hace olvidar algunas tinieblas, como contaminación, corrupciones, ambición desmesurada de poder... etcétera, que ahí están. ¡Que en estas fiestas en que celebramos otro aniversario del nacimiento de Jesucristo, no nos olvidemos de Jesucristo! Deseo a todos lectores y lectoras: ¡paz y feliz Navidad!